La cocinera de Castamar es un libro sobre una mujer empoderada y con guiños inclusivos a otras razas, cuenta con los vibrantes contrastes que siempre ofrecen las diferencias entre nobles y sirvientes. A esto se unen los celos, las envidias y las venganzas que se prodigan unos y otros. Al menú hay que añadir cómo no la esencia de 'Como agua para chocolate' (1992), en la que los sugerentes platos enamoraban literalmente al personal.
Aparece un ambiente de intrigas y juegos de poder en pleno siglo XVIII de lo más apetecible pues combina enredos palaciegos (y sus buenas dosis de suspense) con una gran historia de amor cocida a fuego lento. La estupenda recreación del Madrid de 1720 sirve de escenario para contar la historia de Clara Belmonte , una muchacha que llega a Castamar para ayudar en las cocinas.
Pronto sabemos que oculta un dolor terrible. No ha superado la muerte de su padre, acusado de traición, un trauma que se hace visible por su temor a salir al exterior. Poco se sabía de esta enfermedad en aquel momento, pero Clara sufre agorafobia, lo que le da un punto inquietante e inusual a su personaje. ¿Cómo desenvolverse en palacio si sus miedos le limitan los movimientos? Cuando es nombrada cocinera, los fogones se convierten en su refugio y preparar los platos más suculentos, en una forma de sobrevivir y escapar de sus temores.
Mientras Clara cree haber descubierto en la cocina la fórmula que podría equilibrar la diferencia entre nobles y criados, Diego, el duque de Castamar , seducido por los sublimes manjares de la recién llegada, le demuestra de inmediato que no es un aristócrata al uso. A pesar de ser la persona de confianza del rey Felipe V o de codearse con lo más granado –en su palacio se suceden las fiestas, los banquetes y las cacerías– el sensible Diego, más cercano a los ideales de la Ilustración, trata al servicio de igual a igual (de hecho está orgulloso de Gabriel, su hermano negro -Jean Cruz-, un antiguo esclavo, cuya relación es un auténtico desafío). Le une a Clara que él también arrastra su propia aflicción pues quedó viudo tras el trágico accidente de su mujer (lo que le ha hecho recluirse y obviar sus deberes con la corona). La llegada de Clara le cambiará la vida. Los cambiará a ambos.
El problema para su relación –más allá de que por sus pesares y forma de ver el mundo puedan ser una suerte de almas gemelas– no es solo la diferencia de clases sino la maquiavélica intención de su madre doña Mercedes que busca con urgencia su descendencia a través del matrimonio pactado con la noble Amelia Castro. Para ello, contará con la ayuda de Enrique de Arcona, el marqués de Soto, que recuerda muy mucho al vizconde de Valmont de 'Las amistades peligrosas' (1988). Tal y como ocurría en la película de Stephen Frears –o en Valmont (1989), de Milos Forman– basadas ambas en la novela de Choderlos de Laclos de 1782, las acciones de Enrique ocultan sus verdaderas (y crueles) intenciones.
Otro personaje incapaz de dominar el deseo, es el conde de Armiño, que lleva la depravación y el comportamiento libertino por bandera.
La hipocresía obviamente campa a sus anchas por los salones palaciegos mientras en las tabernas se desata la lujuria a plena luz del día. Comportamientos mezquinos de ambos lados vienen a alimentar las rivalidades y las confidencias y manipulaciones. A pesar de los siglos es fácil empatizar con las motivaciones de unos personajes que sobreviven soportando la culpa, las creencias devotas y los deseos más íntimos. Se hace más atractiva además por un rodaje en el que importan detalles como el magnífico vestuario, la cuidada iluminación y las escenas filmadas con movimiento, que la alejan de las típicas series de época.
Le comenzó el gusto por la escritura desde muy niño. Con catorce años empezó su primera novela, y sus primeros guiones de cine con dieciocho.
Tras licenciarse en Filosofía, inició su carrera como realizador en
publicidad mientras dirigía sus primeros cortometrajes, completando su
formación académica en Cinematografía en Estados Unidos. Apasionado de
los libros y creador de juegos de mesa y de rol, en 2002 fundó un
estudio dedicado a la creación de libros para editoriales. Desde
entonces cuenta personalmente con más de cincuenta publicaciones
infantiles y juveniles. En 2012 dirigió el largometraje Las Nornas,
mostrado en el festival de Alicante y la Seminci de Valladolid.
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