viernes, 25 de marzo de 2022

Batido de desintoxicación

Cómo eliminar las toxinas del cerebro y del cuerpo 

Jamás en el transcurso de la historia de la humanidad habíamos estado
expuestos a tantas sustancias venenosas. Entre estas sustancias podemos
citar los metales pesados, como el mercurio, el aluminio, el cobre, el plomo, el
níquel y el cadmio; la polución del aire; los fármacos; las sustancias químicas
de nanotecnología que se pulverizan sobre prácticamente todos los productos
que se fabrican; los pesticidas, herbicidas y fungicidas; los plásticos; los
limpiadores industriales; el petróleo; las dioxinas de los mares y océanos
, y miles de sustancias químicas nuevas que se introducen en nuestro entorno
cada año.

Estos venenos saturan nuestras reservas de agua y nos llueven del
cielo. La mayoría de estas sustancias son tan nuevas que van a pasar décadas
antes de que la ciencia reconozca lo peligrosas que son para la salud. Y estos
riesgos solo se podrán descubrir si la financiación y el sentido común avanzan
en el mismo sentido, lo que es bastante poco probable. La estrategia que
siguen la mayoría de las empresas es poner sus productos en el mercado lo
antes posible e ir viendo la manera de hacer frente a las consecuencias sobre
la marcha. La mayor parte de la gente pasa prácticamente toda su vida
albergando toxinas enterradas en lo más profundo de su organismo. Estos
venenos antiguos son los más peligrosos.
 

Los metales pesados tóxicos, por ejemplo, puede oxidarse con el paso del tiempo y matar las células que los rodean. Las toxinas presentan muchos riesgos. Envenenan directamente el cuerpo y dañan el cerebro, el hígado, el sistema nervioso central y otras zonas vitales. Debilitan el sistema inmunitario y te hacen
vulnerable a las enfermedades. Y lo peor de todo es que pueden atraer y
alimentar cánceres, virus, bacterias y otros organismos invasores capaces de
desencadenar una enfermedad grave. De hecho, estas toxinas son los
desencadenantes fundamentales de las epidemias actuales de cáncer y
muchas otras enfermedades, como el alzhéimer. En este capítulo vamos a
identificar las toxinas y veremos qué debemos hacer para evitarlas y no estar
constantemente acumulándolas.

Al vivir en este mundo, es imposible mantenerse alejado de todo aquello que puede resultarnos perjudicial, por lo que nos vamos a centrar en minimizar lo más posible nuestra exposición a estas sustancias. También veremos cómo se pueden eliminar las toxinas que ya están presentes en nuestro organismo para así protegernos de posibles enfermedades y ayudar al sistema inmunitario a recuperar y apoyar a todo el cuerpo. Tenemos en todo momento la posibilidad de dar la vuelta a la situación.


Las próximas páginas te van a permitir asumir el control de tu bienestar y, con
ello, asegurarte muchos años de salud por delante. 

Mercurio 

Durante dos mil quinientos años, el hombre intentó demostrar que el mercurio era la fuente de la juventud. Se consideró el remedio supremo para todas las enfermedades, el secreto para poder vivir eternamente y la fuente de la eterna sabiduría. En la antigua medicina china, el mercurio era tan venerado que fueron innumerables los emperadores que murieron por tomar elixires a base de este metal que, según los sanadores, iban a acabar con todos sus problemas... y podríamos decir que así fue, si analizamos la situación desde un punto de vista un tanto macabro. Pero el mercurio no se consideraba una medicina fantástica solo en el extremo oriental de Asia. En toda Europa eran famosos los elixires de mercurio y también en el Nuevo Mundo causaban furor las pócimas a base de este metal. En el siglo XIX hubo una época en la que salieron muchos médicos de las facultades de Medicina de EE. UU. e Inglaterra en las que el protocolo principal que se enseñaba a los alumnos era administrar un vaso de agua con mercurio a cualquier paciente que estuviera enfermo, con independencia de su edad, sexo o síntomas. Este «tratamiento» era especialmente común para provocar abortos y para tratar lo que se conocía como «histeria femenina», es decir, el hecho de que una mujer se atreviese a alzar la voz y decir lo que pensaba. El siglo XIX no era exactamente la Edad de Piedra. Ya se había comprobado que el mercurio era una toxina peligrosa que destruía la vida de todo aquel que jugara con él, que lo consumiera o, incluso, que lo tocara.

Desde muchos siglos atrás ya existía evidencia de que millones de personas habían muerto como consecuencia de la exposición al mercurio. Por eso nos preguntamos por qué se seguía utilizando con tanta frecuencia. Uno de los motivos era el gran demonio industrial que se escondía tras él. Ese factor bastaba, por sí solo, para propagar la tendencia a utilizarlo como curalotodo. Recuerda que las tendencias en cuestiones de salud jamás se establecen porque sean efectivas.

El movimiento en favor del mercurio tropezó con un bache a mediados del siglo XIX. En esa época, los médicos resultaban más accesibles para las personas de todos los estratos sociales que lo que lo habían sido a lo largo de la historia..., lo que en principio se consideró algo bueno. Sin embargo, como cada vez acudía más gente a visitar a estos nuevos licenciados, los observadores comprobaron que también aumentaba la cantidad de pacientes que acababan sufriendo temblores incontrolables, fiebres, locura, ira, tics nerviosos, convulsiones y dificultades para hablar. Quedó patente que una visita al doctor podía acabar dando lugar a un
envenenamiento.
Por ejemplo, supongamos que una esposa y madre de cinco hijos envía a su
marido al médico para que le alivie la gota. Pero el marido vuelve a casa
delirando, cantando cancioncillas infantiles a voz en grito y con temblores en
los ojos. Una sola experiencia así bastaba para que la familia no volviera a
acudir al médico. Como fueron muchos los que vivieron o presenciaron
situaciones semejantes, se produjo un periodo de veinticinco años en los que las consultas médicas quedaron vacías. La gente prefería asumir el riesgo que
pudiera suponer la dolencia que les afligía; sabían que una visita al médico les
iba a conceder menos posibilidades de sobrevivir. Las facultades de Medicina
sufrieron un descalabro histórico en sus ingresos. 

Este fue exactamente el respiro que necesitaron los terapeutas y sanadores naturales para obtener algo de credibilidad. Durante este breve periodo de tiempo, las formas primitivas de homeopatía, tratamientos quiroprácticos y otras variedades de medicina alternativa vivieron una explosión de popularidad. Al final, los médicos se dieron cuenta de lo que estaba pasando

y empezaron a anunciar que ya no ofrecían bebidas a base de mercurio líquido, con lo que la medicina convencional recuperó parte de la credibilidad que había perdido.

Sin embargo, el demonio que se ocultaba detrás del mercurio quería que la población tuviera mucho contacto con él y buscó otras maneras subrepticias e imaginativas para entrar en el organismo de las personas. Las industrias vertían mercurio a todos los ríos, lagos y vías de agua posibles y, con el cambio de siglo, nacieron otras formas de medicina que seguían conteniendo mercurio. Además, los dentistas seguían utilizando empastes elaborados con este metal. La fabricación de
sombreros era una de las industrias que dependían del mercurio, porque se
utilizaba en solución para acelerar el proceso de afelpado. De ahí procede el
dicho, muy común en los países de habla inglesa, de «loco como un
sombrerero», porque la mayoría de los empleados de las fábricas de sombreros
morían al cabo de cuatro o cinco años de haber empezado a trabajar. Y no eran
solo los obreros los que estaban expuestos a esta toxina. Todo hombre que se
pusiera un sombrero de fieltro en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX
disfrutaba de una infusión de mercurio cada vez que le sudaba la frente (lo que
me recuerda que no debes probarte sombreros antiguos en las tiendas de ropa
de segunda mano). Casi todas las enfermedades mentales de la época eran
debidas al envenenamiento con mercurio
. Los manicomios de los siglos XIX y
principios del XX estaban llenos de personas con delirios y convulsiones. ¿Y
cuál era el protocolo de tratamiento? Pócimas de mercurio para beber o
píldoras de mercurio para tomar. La depresión de Abraham Lincoln empeoró
gravemente tras un tratamiento con píldoras de mercurio... y probablemente
empezó gracias a unos vasos de elixires de mercurio «medicinales».

 

El sucio secreto

¿Por qué estoy hablando tanto del mercurio? Porque es un sucio secreto
del que no deberíamos hablar. Se supone que no deberías saber lo que el
mercurio ha hecho para conformar la historia hasta el presente. Es tóxico
incluso en dosis tan minúsculas que resultan imposibles de ver
. Y no existe
ninguna señal de peligro que advierta: «ATENCIÓN: MERCURIO». Si
dependiera del demonio del mercurio, todos consideraríamos que es
inofensivo, incluso bueno. Mejor aún, estaría totalmente oculto y ni siquierasabríamos que existe. El mercurio no desaparece jamás..., a menos que tomes una serie de medidas concretas para depurarlo. Pasa de generación en
generación durante siglos. Podemos prácticamente asegurar que nuestros
tatarabuelos y demás antepasados saborearon los elixires de mercurio.
Nuestros padres tienen mercurio en sus organismos y a su vez lo recibieron de
sus padres. Ese mismo mercurio pasó a nosotros en el momento en que fuimos
concebidos. Algunos de nosotros albergamos en nuestro interior un mercurio
que tiene mil años o más de antigüedad. El mercurio proyecta una sombra
malvada y carente de alma que ha engullido a mucha gente.

Este metal pesado tóxico se ha convertido en una parte de nosotros y eso se refleja en nuestra salud. La avaricia, la negligencia, la oscuridad y la ignorancia son los factores principales que han permitido que el mercurio se adueñe de la población. Es probable que al dueño de una mina de mercurio de épocas pasadas no le importara que los obreros solo vivieran entre seis meses y tres años después de empezar a trabajar en ella..., porque le daba buenos beneficios. ¿Qué beneficio nos ha aportado el mercurio a lo largo de la historia? Ninguno. No nos ha aportado nada. Nada. Es una neurotoxina innecesaria. Podría haber sido sustituido en todos sus usos médicos e industriales por algo más seguro.

¿Y ha desaparecido ya? ¿Podemos decir que la pesadilla ha terminado por fin?
¿Hemos recuperado la cordura y aprendido a evitarlo a toda costa por el bien
de la humanidad? ¿Por el bien de nuestra salud y nuestro bienestar? ¿Por el
bien de nuestros hijos? No. Lo único que sucede es que está fuera de nuestra
vista y de nuestra mente. Pero todavía hay mucho mercurio por ahí. Lo tenemos
constantemente al alcance de los dedos y llega a nosotros a través de métodos
muy controvertidos. Como resultado de la vida moderna, con el tiempo el
organismo va acumulando metales pesados tóxicos como el mercurio. Estamos
constantemente expuestos a esta toxina, porque se nos cuela por las rendijas.
De forma figurada, se escurre entre las grietas de los sistemas sanitarios e
industriales.

Podemos afirmar literalmente que el mercurio es absorbido por las
grietas del cerebro. Todos tenemos cierta cantidad de mercurio en el interior de
nuestro cuerpo. Es inevitable. ¿Y por qué debemos preocuparnos? Porque el
mercurio es uno de los principales instigadores de cánceres, virus y bacterias.

La exposición al mercurio provoca inflamación y puede tomar a las personas como rehenes con una gran variedad de síntomas y dolencias, tales como depresión, ansiedad, TDAH, autismo, trastorno bipolar, trastornos neurológicos, epilepsia, estremecimientos, entumecimiento, tics, convulsiones, espasmos, sofocos, palpitaciones cardíacas, pérdida del cabello, pérdida de la memoria, confusión, insomnio, pérdida de la libido, fatiga, migrañas y problemas de tiroides. ¿Cuántas veces se dice a la gente que ellos mismos se han echado encima un trastorno, una depresión? Es parte del juego del que se sirve el mercurio para culpabilizar a la víctima. Estos síntomas de
depresión no son más que el mercurio hablando por boca del paciente sin el
consentimiento de este.

A veces, el mercurio pasa de la fase de tomar rehenes y ejecuta a alguien, lo que da como resultado el fallecimiento por alzhéimer, párkinson, demencia o ictus. Así de grave es la cosa. El mercurio ha dañado o matado a más de mil millones de personas. A nadie le gusta el alzhéimer. Es una enfermedad terrible que da mucho miedo. Sin embargo, cada día es más común... y su causante es siempre el mercurio. Esta es la primera vez que se hace esta afirmación. El mercurio es responsable al cien por cien de la enfermedad de Alzheimer. Jamás en tu vida oirás la verdad acerca de esta enfermedad en ningún otro sitio. La industria médica jamás culpará al mercurio de esa enfermedad ni de cualquier otra..., porque, de hacerlo, todos los dedos señalarían en dirección al Hombre del Mercurio, cuyo verdadero nombre se desconoce. Él es el responsable de la primera y más auténtica empresa relacionada con este metal, una de esas empresas rancias y «de toda la vida».


Pero, en lo que respecta al sucio secreto del mercurio, solo he analizado los
datos más básicos. Si no podemos evitar que el demonio del mercurio seduzca
a la gente para que se expongan y expongan a sus hijos a este metal pesado
tóxico, sí podemos coger nosotros mismos las riendas de nuestra salud
haciéndonos conscientes de las situaciones que pueden suponer algún peligro.
Para poder proteger a nuestras familias y a nosotros mismos, tenemos que
cuestionarlo todo. También podemos asumir el control pleno de nuestra salud
si eliminamos todo el mercurio que hemos acumulado en nuestro cuerpo a
través de las generaciones anteriores y a través de la exposición actual.
Podemos elaborar programas sencillos de depuración y hacer que formen parte
de nuestra rutina diaria.
Tu vida es preciosa, sagrada e importante. Tienes derecho a saber cómo
protegerla.

 

 

Pescado
Una de las muchas formas de ingerir mercurio es a través del pescado. Está
en todos los peces, pero en el atún, en el pez espada, en el tiburón y en todos
los peces grandes y con un alto contenido en grasa es donde presenta
concentraciones más elevadas. Esto es consecuencia de que nuestros
océanos están contaminados con mercurio, y llega un momento en que los
vertidos de las fábricas (los residuos del pasado y los que siguen acumulándose hoy en día) consiguen abrirse camino hasta la ensalada de atún o el marmitako
de bonito que hemos puesto en la mesa. Una forma de reducir el riesgo es
consumir peces pequeños, como las sardinas y los arenques. El salmón salvaje también es seguro si se toma con moderación.

 

 
Empastes dentales 

Los empastes dentales son otra fuente muy común de exposición al mercurio. Somos muchos los que tenemos o hemos tenido estos empastes plateados en la boca. Se está haciendo muy popular acudir a un dentista holístico para que nos retire todos los empastes de mercurio. Puede parecer una actitud lógica, lo más correcto que podemos hacer, pero hay que ser muy precavido con este proceso. Retirar todos los empastes al mismo tiempo puede dar lugar a una exposición al mercurio muy elevada, aunque el dentista cuente con la mejor tecnología y los mayores avances en sistemas de protección. Esta exposición puede suponer una gran carga para el sistema inmunitario y desencadenar todo tipo de enfermedades. Conozco gente a la que le han retirado diez empastes a la vez, lo que les produjo una disminución tal de las plaquetas de la sangre que casi les provoca la muerte. Lo mejor es retirar los empastes metálicos solo cuando lo necesita alguna pieza dental concreta: por ejemplo, si el empaste se mueve o la pieza está dañada. Si las
muelas y los empastes están en buenas condiciones pero, aun así, estás
deseando que te los retiren, haz que los vayan eliminando uno por uno y
planifica un intervalo mínimo de un mes entre una retirada y la siguiente. Si ya
te han retirado todos los empastes metálicos, te toca hacer un poco de
depuración para protegerte. Y si te tienen que poner algún empaste nuevo,
elige siempre la mejor opción cerámica disponible..., y sé consciente de que
cualquier cosa es mejor que un empaste a base de mercurio.

 


Depuración de metales pesados

La mejor forma de eliminar los metales pesados del organismo es consumir estas cinco cosas todos los días

- Extracto en polvo de zumo de cebada verde: extrae los metales pesados del bazo, del tracto intestinal, del páncreas y del aparato reproductor. Además, prepara el mercurio para que pueda ser totalmente absorbido por la espirulina. Toma 1-2 cucharaditas mezcladas con agua o zumo.

- Espirulina: extrae los metales pesados del cerebro, del sistema nervioso central y del hígado, y absorbe los metales pesados extraídos por el extracto en polvo de jugo de cebada verde. Toma 2 cucharaditas mezcladas con agua, agua de coco o zumo.

- Cilantro: se introduce en todos los rincones de difícil acceso y extrae de ellos hasta los metales más antiguos. Mezcla una taza de cilantro con un vaso de batido o de zumo, o añádela a la ensalada o al guacamole.

- Arándanos silvestres: extraen los metales pesados del cerebro. Además, curan y reparan todos los huecos que hayan podido quedar al retirar los metales pesados, un punto especialmente importante en lo que respecta al tejido cerebral. Son el alimento más potente para revertir el alzhéimer. Toma al menos una taza al día.

- Dulse atlántico : se une al mercurio, al plomo, al aluminio, al cobre, al cadmio y al níquel y atraviesa la barrera hematoencefálica. A diferencia de otras algas, el
dulse atlántico constituye, por sí solo, una fuerza muy potente para eliminar el
mercurio. Se introduce en los rincones profundos y ocultos del organismo,
busca el mercurio, se une a él y no lo suelta hasta que abandona el cuerpo.
Toma 2 cucharadas soperas al día si está en trozos o una cantidad equivalente
si es entero.

Debes tomar estos cinco alimentos y suplementos en un plazo de
veinticuatro horas para optimizar sus efectos
. Si no puedes encajarlos todos en tu dieta diaria, intenta tomar dos o tres cada día. Estos cinco alimentos, además
de ser potentes eliminadores de metales pesados, aportan también nutrientes
fundamentales para reparar los daños causados y restaurar el organismo. Si
quieres reforzar aún más el tratamiento, añade raíz de bardana
. No existe en el mundo otra forma más eficaz de eliminar los metales pesados. 

Si sigues escrupulosamente este programa de depuración de metales pesados durante un periodo prolongado, observarás una mejoría radical. Yo he visto a gente que ha experimentado una mejoría casi milagrosa al eliminar generaciones de mercurio de su organismo. Podríamos decir que lo mejor que puedes hacer por
tu salud es eliminar los metales pesados de tu cuerpo.

Ten presente que existen otros alimentos y hierbas, como la chlorella, que se anuncian como beneficiosos para eliminar metales pesados. Ten cuidado. Aunque la chlorella está muy de moda en el mundo de los suplementos, su imprevisibilidad hace que resulte menos eficaz que los que yo te he indicado. No es capaz de
protegerte de los peligros del mercurio. 

 

La contaminación del agua 

En esta época moderna, a pesar de todo lo que hemos aprendido acerca de los daños medioambientales, el agua de consumo sigue estando contaminada. No
podemos hacer gran cosa para evitar la contaminación del aire y de la tierra
(aparte de mudarnos a una zona ecológicamente más limpia), pero sí podemos
hacer mucho en lo que se refiere al agua. Puedes sortear totalmente los
contaminantes locales comprando agua embotellada. Si lo haces, asegúrate de
que las botellas de plástico en las que viene no contengan bisfenol A (BPA),
una sustancia química industrial venenosa. Aunque los plásticos tienen sus
defectos, el agua embotellada es más segura que la del grifo, que contiene un
índice muy superior de subproductos del plástico. También puedes comprar un
filtro de calidad para eliminar todas las toxinas del agua del grifo
. Si eliges esta opción, compra un aparato que elimine los metales pesados, el cloro y el flúor
(muchas comunidades añaden flúor al agua con la idea equivocada de que es
beneficioso para las personas. Pero nada más lejos de la verdad. Es un
subproducto del aluminio... y una neurotoxina). Existen aparatos purificadores de agua que utilizan un proceso de ósmosis inversa y otros que producen agua destilada. Estos aparatos son muy eficaces, pero, además de las toxinas,
eliminan también minerales beneficiosos. Si eliges uno de ellos, tendrás que
comprar también oligoelementos ionizados en gotas y añadirlos al agua para
devolverle los sólidos minerales que se eliminan con la ósmosis inversa y la
destilación. Algo estupendo que puedes añadir a cualquier agua procesada es
un chorreón de zumo de limón o lima recién cortada. La mayor parte del agua
ha perdido su factor vivo como consecuencia del filtrado y el procesado. Esto
tiende a matar el agua; pero, cuando le añades zumo fresco de limón o de lima,
la reactivas y la vuelves a despertar, porque el agua que reside en el limón o
en la lima está viva. De este modo, el agua puede unirse mejor a las toxinas
del cuerpo para eliminarlas. Infusión anticloro y antiflúor.

Si quieres depurar a fondo el cloro y el flúor de tus órganos y de todo tu cuerpo, mezcla hojas de zarzamora, hojas de frambuesa, flores de hibisco y escaramujos a partes iguales. Haz una infusión con una cucharada sopera de la mezcla por cada taza de agua caliente.

 

Pesticidas, herbicidas y fungicidas

Con mucha frecuencia entramos en contacto con pesticidas, herbicidas y fungicidas. Una de las vías por las que acceden a nosotros es a través de los productos frescos convencionales. Los tomates no ecológicos, por ejemplo, suelen fumigarse en cantidades no reguladas y muy superiores a lo reglamentario. El simple hecho de consumir este tipo de tomates, o cualquier otro tipo de frutas y verduras no ecológicas, puede hacernos ingerir una gran cantidad de herbicida. Como mínimo, cualquier producto fresco procedente de cultivo convencional debe ser lavado para eliminar la mayor cantidad de toxinas posible de su superficie (eso
no significa que tengas que suprimir totalmente el consumo de frutas y verduras
por miedo a las toxinas; sus nutrientes son fundamentales para la salud).
Siempre que puedas, compra productos ecológicos.

Si consumes alimentos de origen animal, deben ser cuando menos ecológicos y, a ser posible, alimentados con hierba y procedentes de ganadería extensiva. Aunque estos productos seguirán teniendo radiación procedente de la central nuclear de
Fukushima que se destruyó en 2011, al menos poseerán una concentración
menor de pesticidas, herbicidas y fungicidas, porque los productos animales no
ecológicos tienen un nivel muy elevado de estas sustancias químicas, más que
cualquier fruta o verdura que haya sido fumigada y cultivada por métodos
convencionales. (En seguida vamos analizar más profundamente el tema de la
radiación).

Los parques son otros espacios que también suelen fumigarse abundantemente con herbicidas y pesticidas. Si vas a sentarte en zonas verdes públicas, toma precauciones como, por ejemplo, hacerlo sobre una manta (que deberás lavar después). Evita también rociar sustancias químicas tóxicas en tu jardín y procura no usar insecticidas dentro de tu hogar.

Infusión antipesticida, antiherbicida y antifungicida. Para eliminar pesticidas, herbicidas y fungicidas almacenados en zonas muy profundas de tu organismo, mezcla raíz de bardana, trébol rojo, verbena de limón y jengibre a partes iguales. Prepara una
infusión utilizando una cucharada sopera de la mezcla de plantas por cada taza
de agua caliente.

 

Plásticos 

Vivimos en un mundo rodeado de plásticos. Si dependiera de los fabricantes, saldríamos del seno de nuestra madre ya envueltos en plástico. Utilizamos bolsas de plástico para envolver las comidas y bebidas que compramos, recipientes de plástico para organizar y almacenar la comida y la bebida, film plástico para tapar la comida y la bebida, y más bolsas de plástico para tirar los restos. También los fármacos tienen un contenido muy elevado en plástico. En consecuencia, es inevitable que el plástico entre en nuestro organismo de un modo u otro. Algunos tipos de plástico son relativamente benignos. Otros, sin embargo, tienen propiedades que favorecen la inflamación, trastornan las neuronas cerebrales y los
neurotransmisores, confunden a las hormonas del cuerpo y alimentan
cánceres, virus y bacterias. Y resulta casi imposible distinguir los plásticos
inocuos de los peligrosos.

Por eso es muy conveniente, por ejemplo, utilizar bolsas de tela para transportar los alimentos. Elige recipientes de vidrio en lugar de los de plástico para conservar la comida. Y en aquellos casos en los que no puedas evitar el uso del plástico —por ejemplo, a la hora de comprar la mayoría de las botellas de agua o un robot de cocina—, asegúrate de que el fabricante no utiliza BPA.

Infusión antiplástico. Para eliminar el plástico y sus subproductos
de tu organismo, mezcla alholva, hojas de gordolobo, hojas de olivo y melisa a partes iguales
. Prepara una infusión con una cucharada de mezcla de plantas por cada taza de agua caliente. 

 

Limpiadores 

Los limpiadores industriales han sido diseñados para destruir la suciedad... sin tener en cuenta el efecto que pueden producir sobre las personas que respiran sus emanaciones. Por ejemplo, los limpiadores de alfombras y moquetas tradicionales utilizan agentes limpiadores y disolventes con sustancias químicas como el percloretileno, el hidróxido de amonio, el ácido hidrofluórico y el nitrilotriacetato. Estas sustancias son peligrosas para la salud. Además, muchas alfombras y moquetas ya contienen toxinas, por lo que la «limpieza» no hace sino acumular venenos sobre venenos. Si pasas mucho tiempo dentro de casa, estarás respirando
estos humos tóxicos durante la mayor parte del día, y eso debilita el
sistema inmunitario y puede llegar a desencadenar un problema de salud.

Una posible solución consistiría en eliminar las moquetas y sustituirlas por suelos
de madera y alfombrillas (también debes tener cuidado con los tintes y barnices
para la madera, porque desprenden vapores tóxicos durante la aplicación). Otra
posibilidad es comprar una moqueta «verde» y contratar un servicio de limpieza
respetuoso con el medioambiente, o limpiarla tú mismo con limpiadores ecológicos. También debes intentar evitar los productos convencionales de
limpieza para el hogar. Existen muchos limpiadores ecológicos por los que los
puedes sustituir. Otra fuente de toxinas que merece la pena tener en cuenta es
la ropa. Los tintes convencionales utilizan sustancias químicas que más tarde,
cuando utilizas la ropa a diario, impregnan la piel y los pulmones. Para evitarlo,
busca tintes «verdes». En este mismo sentido, ten en cuenta que las ropas
nuevas suelen estar cubiertas de formaldehído y otras sustancias cancerígenas
para evitar que se arruguen o les salgan hongos. Asegúrate de lavar la ropa
que acabas de comprar antes de ponértela.

Infusión para eliminar los disolventes de los productos de limpieza Para minimizar los efectos de la exposición a los disolventes y para depurar el cuerpo de las sustancias químicas que hayas podido almacenar, mezcla caléndula, manzanilla, fucus y borraja a partes iguales. Prepara una infusión utilizando una cucharada sopera de hierbas por cada taza de agua caliente.

 

Radiación

Cuando una central nuclear libera radiación a la atmósfera —como sucedió con la planta de Fukushima Daiichi de Japón tras el maremoto y el tsunami de 2011—, esta radiación no desaparece, sino que continúa ya para siempre irradiando
levemente los alimentos, el agua y el aire de todo el mundo. No podemos hacer
nada para evitar este tipo de radiación flotante. Una forma de limitar la
exposición a la radiación provocada por el desastre de la central de Fukushima
Daiichi es consumir los alimentos que ocupen los lugares inferiores de la
cadena alimentaria. Hoy por hoy, toda la carne, los productos lácteos y las aves
que consumimos tienen concentraciones muy elevadas de radiación. Los
animales comen grandes cantidades de pienso o hierba que contienen
materiales radiactivos. Es un proceso que se denomina biomagnificación y se
origina como consecuencia de la acumulación de materia tóxica en
concentraciones más elevadas en las criaturas que ocupan los puestos más
altos de la cadena alimentaria. No estoy tratando de asustar a nadie. Si quieres
olvidar lo que acabas de leer, lo entiendo. También puedes eliminar la radiación
de tu organismo y esforzarte por limitar tu exposición a las otras fuentes de
radiación. Por ejemplo, si vas al dentista y te hace una radiografía, insiste en
que te cubran con un delantal de plomo o con cualquier otra protección todas
las partes del cuerpo excepto la boca. Eso incluye la garganta, que puede
desarrollar cáncer de tiroides como consecuencia de la exposición a la
radiación. Intenta minimizar todo lo que puedas las radiografías dentales,
aunque tu dentista las haga digitales. Y lo mismo te digo para cualquier otro
médico: no aceptes automáticamente cuando te proponga hacerte una. Si no
estás seguro de que sea imprescindible, no dudes en preguntar. En ocasiones
no son realmente necesarias, solo opcionales. En este mismo sentido, siempre
que vayas a someterte a un tratamiento médico que implique el uso de radiación, haz muchas preguntas. Por ejemplo, si eres una mujer y te van a hacer una radiografía torácica, asegúrate de que te ponen un delantal de plomo cubriendo el aparato reproductor. No siempre lo ofrecen, así que más vale que lo pidas. Muchas veces existen alternativas de tratamiento menos agresivas y que presentan menores riesgos.
Las mujeres, por ejemplo, deberían considerar la posibilidad de que les hagan un termograma (que utiliza imágenes por infrarrojos) para detectar un posible cáncer de mama, en lugar de sentirse empujadas a hacerse mamografías. El cuerpo humano es más sensible a la radiación de lo que creen los médicos. Como haces con cualquier otra toxina, esfuérzate por evitarla en lo posible.

Las algas son una forma estupenda de proteger los órganos y las glándulas de la radiación. El miedo de que ellas mismas estén saturadas de sustancias radiactivas o metales pesados perjudiciales para la salud es un error. Las verduras solo asimilan las toxinas; no las liberan. Por eso, si tomas un puñado de dulse que sí ha recogido contaminantes del mar, estos no se descargarán en tu cuerpo. El dulse se
aferrará a las sustancias radiactivas y a los metales pesados, seguirá
recogiendo más a medida que va discurriendo por tu tracto digestivo y en su
momento los expulsará de tu cuerpo cuando tú expulses el dulse. Intenta elegir
algas del océano Atlántico frente a las del Pacífico. Tienen más capacidad para
absorber toxinas del organismo.

Infusión antirradiación. Para preparar un antídoto contra la exposición a la radiación, mezcla kelp atlántico, dulse atlántico, hojas de diente de león y hojas de ortiga a partes iguales. Prepara una infusión utilizando una cucharada sopera de hierbas por cada taza de agua caliente.

Más métodos depurativos:

Agua de limón

Una forma muy efectiva de depurar el cuerpo es beber, con el estómago vacío y nada más levantarte, un litro de agua con un limón recién exprimido. El zumo de limón activa el agua y hace que le resulte más fácil unirse a las toxinas del organismo para eliminarlas.
Este método es especialmente eficaz para depurar el hígado, que ha estado
trabajando durante toda la noche, mientras dormías, para acumular y purgar
las toxinas del cuerpo. Cuando te despiertas, está a punto de caramelo para
que lo hidrates y lo limpies con agua activada. Después de beber el agua de
limón, concédele al hígado media hora para limpiarse. Puedes desayunar
después. Si lo conviertes en tu rutina mañanera, con el tiempo verás cómo tu salud mejora enormemente. Si quieres reforzar la depuración, añade una cucharadita de miel cruda y una cucharadita de jengibre recién rallado al agua de limón. El hígado asimilará la miel para restaurar sus reservas de glucosa mientras purga las toxinas profundas para dejarle sitio.

Jugo de aloe vera 

Una forma estupenda de depurar el hígado y el tracto intestinal es tomar el gel fresco de una hoja de aloe vera una vez al día. Para prepararlo, corta un trozo de hoja de aloe de diez centímetros (si es grande, como suele serlo el aloe que venden en las tiendas; si utilizas una planta cultivada en casa, es probable que las hojas
sean más pequeñas y delgadas, así que deberás cortar un trozo mayor). Limpia
la hoja como si fuese un pescado, retirando la piel verde y las púas. Saca el gel
transparente teniendo cuidado de no coger nada de la base de la hoja, que
tiene un sabor amargo. Puedes batirlo o tomarlo tal cual.

Ayuno a base de zumos

 Otro componente útil del programa de depuración es la práctica de «ayunos» de un día consumiendo solo zumos. El zumo debe contener apio, pepino y manzana. Si quieres, puedes añadirle un poco de espinacas o cilantro para darle variedad. Pero los ingredientes fundamentales deben ser siempre el apio, el pepino y la manzana. Esta combinación tiene el equilibrio perfecto de sales minerales, potasio y azúcar para estabilizar los niveles de glucosa mientras el organismo va eliminando las toxinas. Prepara un zumo de entre 450 y 600 mililitros y tómalo cada dos horas. Entre medias no debes tomar nada más que agua, a ser posible un vaso de medio litro una hora después de cada zumo. De este modo, habrás tomado seis zumos y seis vasos de agua al cabo del día. 

La primera vez que lo hagas, intenta que sea en fin de semana, cuando
no vayas a salir de casa. Si nunca has hecho una cura depurativa, los venenos
que extraigas de tu organismo pueden provocar que te sientas mal. Si así fuera,
túmbate y descansa. Cuando la hayas hecho unas cuantas veces y te sientas
cómodo con ella, puedes ampliarla a un ayuno de dos días a base de zumos.
De todas formas, el segundo día es conveniente pasarlo en casa por si
experimentas un descenso brusco de energía. Aunque muchas personas notan
que su energía aumenta en lugar de decrecer. Puedes experimentar con el
zumo, añadiéndole otros ingredientes como, por ejemplo, col en lugar de
espinacas o una pizca de jengibre de vez en cuando para que cambie de sabor,
o un poco más de cilantro. De todas formas, no te pases. El apio, el pepino y la
manzana son los que limpian las toxinas. Si añades una cantidad grande de
cualquier otra cosa, estarás quitándole sitio a los ingredientes fundamentales.

Si haces este ayuno cada dos semanas, deberías conseguir unos resultados
fantásticos y notar una gran diferencia. 

Ayuno a base de agua 

Una versión más extrema del ayuno a base de zumos es el ayuno a base de agua.
En esta depuración se toma solo agua, concretamente un vaso de medio litro
cada hora, empezando al despertar y siguiendo hasta que te acuestas. Como
no obligas al cuerpo a trabajar procesando nada, estás dando a tu aparato
digestivo un día de vacaciones. Este usará este descanso para hacer un poco
de limpieza general y expulsar toxinas que normalmente no tiene oportunidad
de gestionar. Este ayuno debes hacerlo en casa. Es posible que tengas que
orinar con frecuencia, lo que podría resultar incómodo en el trabajo. También
puedes experimentar bajones de energía o quizá te broten emociones fuertes,en cuyo caso no debes dudar en acostarte y descansar o dormir. Si te gusta
este ayuno y lo encuentras productivo, hazlo una vez al mes durante al menos
tres meses. Los resultados pueden ser increíbles.

Cama elástica

Otra forma de depurar el organismo es saltar suavemente sobre una cama elástica. Hacerlo durante diez minutos al día impulsa la circulación del sistema linfático y ayuda a depurar todo el cuerpo, sobre todo el hígado.

Sauna de infrarrojos

Otro aparato que resulta sorprendentemente útil para depurarse es la sauna de
infrarrojos, que emite luz infrarroja sobre la piel con el objetivo de curar. Los
rayos penetran profundamente en el cuerpo y aportan beneficios tales como un
aumento del flujo sanguíneo y de la oxigenación de la sangre y la eliminación
de toxinas de la piel. Además, eliminan el malestar y estimulan el sistema
inmunitario. Se pueden encontrar en gimnasios, centros de masaje terapéutico
y centros de sauna. Haz sesiones de entre quince y veinte minutos dos veces
a la semana. Si las haces correctamente, lo normal es que sientas una mejoría
inmediata tras cada sesión.

Masaje 

Desde los albores de la humanidad, las personas que se quieren se ponen las manos encima para apoyarse. El masaje es nuestra forma más antigua de terapia y sigue siendo hasta hoy uno de los métodos de curación más poderosos. Un buen masaje de tres cuartos de hora en todo el cuerpo favorece la circulación y ayuda a eliminar toxinas, sobre todo del hígado. Lo más probable es que estimule las glándulas suprarrenales y los riñones, relaje el corazón y alivie las tensiones. Lo ideal es tomar dos vasos de medio litro de agua de limón o de lima fresca justo después del masaje. Con ello se optimizan los beneficios depurativos de la sesión. 

 

CASO REAL
Alzhéimer detenido
 

Desde mucho tiempo atrás, en la familia siempre se bromeaba acerca de lo olvidadiza que era Whitney. A lo largo de los años, había perdido el bolso y las llaves miles de veces, se había quedado en blanco a la hora de marcar el número de teléfono del trabajo de su marido, James, e incluso había olvidado alguna que otra vez los cumpleaños de sus hijos. Siempre que iban a jugar al fútbol, Kendra, la hija de Whitney, le preguntaba antes de salir de casa: —Mamá, ¿te has olvidado de algo? Los niños lo consideraban algo normal, divertido incluso. Pero todo cambió una Navidad, cuando Whitney tenía cincuenta y tres años. Todos se habían reunido en el cuarto de estar, ansiosos de abrir los regalos...; todos, excepto Whitney. —¿Dónde está mamá? — preguntó al fin su hija Miley. Whitney solía ser siempre la primera para las fiestas. James la encontró en el cuarto de baño, maquillándose como si fuese un día normal de trabajo. Le dijo que los niños estaban esperándola abajo. Whitney miró a James con el ceño fruncido pero le siguió hasta la sala. Cuando vio el árbol lleno de luces y el montón de regalos envueltos debajo de él, se
quedó muy sorprendida. Se le había olvidado que era Navidad. James acompañó a Whitney a su médico de cabecera y luego al neurólogo y a varios especialistas más. 

Al final, el diagnóstico fue que tenía alzhéimer. Toda la familia se quedó destrozada ante el pronóstico: entre tres y cinco años de vida de calidad por delante, y eso en el mejor de los casos. Tenían ante ellos una perspectiva que jamás había pasado por su mente. Los médicos aconsejaron a James que pusiera en orden todos los asuntos familiares mientras Whitney tuviera todavía la mente en su sitio. Timothy, de diecisiete años; Miley, de catorce, y Kenda, de doce, eran ya suficientemente mayores para comprender la gravedad de la situación. Miley empezó a dedicar horas a buscar información sobre el alzhéimer por Internet, a leer acerca de la devastación que genera.
Entre ataques de pánico, Kendra comenzó a escribir listas de cosas que Whitney debía recordar a diario. Timothy dejó el instituto para ayudar a su madre todo lo que esta le permitía. La hermana de Whitney, Sharon, la llevó a diversos médicos alternativos buscando una respuesta capaz de revertir la enfermedad.

En una sala de espera, Sharon encontró un artículo en el periódico local en el que se mencionaba mi nombre diciendo que ayudaba a la gente a curarse de enfermedades misteriosas. Durante mi primera cita con Whitney, el Espíritu dirigió mi atención a dos grandes bolsas de mercurio situadas en el hemisferio izquierdo del cerebro. Llevaban allí desde que Whitney era niña. Ahora se estaban oxidando rápidamente y provocando unos vertidos que se extendían a toda velocidad, dañando los tejidos del cerebro y acelerando la enfermedad. El Espíritu me aconsejó que empezara inmediatamente un régimen para depurar los metales pesados (como se describe en este capítulo), unido a una dieta con muy poca o nada de grasa. El motivo de esta dieta es que la ingesta elevada de grasa aumenta el nivel de grasa en la sangre y provoca una oxidación muy rápida del mercurio. Una dieta rica en frutas y verduras antioxidantes y baja en grasas ralentiza e incluso detiene la oxidación, y permite la eliminación total del mercurio.

Whitney eliminó todas las proteínas animales de su dieta por la grasa que contenían y utilizó solo —eso sí, con moderación— grasas vegetales como las contenidas en aguacates, frutos secos, semillas y aceites. Cambió su dieta para que incluyera todo tipo de frutas, especialmente arándanos silvestres, y raciones abundantes de verduras como, por ejemplo, espinacas, col y cilantro. También se le permitió consumir patatas, batatas y otras verduras feculentas. Con el tiempo, esta dieta saludable y depurativa, que reforzaba la glucosa y estaba repleta de antioxidantes, detuvo radicalmente la oxidación.

Los síntomas del alzhéimer empezaron a revertir. Timothy volvió a matricularse en el instituto y consiguió un trabajo de fin de semana en un mercado local de productos ecológicos para poder llevar a casa cajas de frutas y verduras con descuento. Miley redirigió sus habilidades con Internet y empezó a buscar recetas a base de verduras. Kendra, por su parte, volvió a respirar y se unió a su hermana en la cocina para experimentar con los smoothies y batidos. Seis meses después de empezar el programa, las habilidades memorísticas de Whitney habían vuelto al punto en que se encontraban antes de la pesadilla del árbol de Navidad. Al cabo de un año, su memoria era mejor que antes de nacer Timothy.

Las dietas que están de moda hoy en día jamás habrían permitido la ingesta de todas las frutas y verduras feculentas que Whitney necesitaba para curarse. Una dieta de moda habría optado por más proteínas, lo que significa una mayor cantidad de grasa, y habría hecho que la enfermedad avanzara rápidamente en lugar de revertir.
Con el alzhéimer detenido, la familia recuperó la tranquilidad. Ahora es raro que
Whitney se olvide las llaves, pero, cuando lo hace, tanto James como los niños y ella misma simplemente se ríen.

Fuente "Medico Medium" - Anthony Williams, https://www.medicalmedium.com/blog/heavy-metal-detox-smoothie 


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