viernes, 7 de julio de 2017

El abecé del aceite de palma.

El aceite de palma es una grasa de origen vegetal muy empleada por la industria en la elaboración de alimentos procesados
El aceite de palma es una grasa de origen vegetal muy empleada por la industria en la elaboración de alimentos procesados
El aceite de palma es una grasa de origen vegetal muy empleada por la industria alimentaria en la elaboración de alimentos procesados: bollería, repostería o pastelería industrial.


De un tiempo a esta parte, el aceite de palma está en boca de todos, ya sea porque lo consumimos o porque hablamos de él. La idea general que se tiene sobre este producto es que "es malo", si bien no siempre se sabe el motivo. Y eso que este aceite se usa desde hace décadas en infinidad de productos.
De hecho, es uno de los aceites más utilizados del mundo por la industria debido a su bajo coste y su capacidad de adaptación a diversos tipos de preparaciones. En este artículo, a modo de guía básica, se explica el abecé del aceite de palma y se responden a las principales dudas que genera en los consumidores.



¿Qué es el aceite de palma?
Este aceite vegetal se obtiene del fruto de un tipo de palmera. Es rico en vitaminas A y E y se ha usado desde hace años; incluso en algunos países lo utilizan para cocinar. Después del aceite de soja, es el que más se produce en el mundo, tanto para consumo humano como para hacer combustible.
Este tipo de aceite, junto al de coco, no comparte ni composición saludable ni propiedades beneficiosas con el resto de aceites vegetales, ya que concentran en su composición ácidos grasos saturados.
Para que se entienda la diferencia, en el aceite de oliva y en el de semillas como el de girasol o maíz, las grasas saturadas apenas llegan al 10-13% del total de su grasa, mientras que en el aceite de coco suponen el 90% y en el de palma un 50% (sobre todo palmítico). También se compone de un 37-46% de ácidos grasos monoinsaturados (principalmente oleico) y de un 10% de ácidos grasos poliinsaturados.
En la mayoría de los casos, los fabricantes usan este tipo de grasas por su bajo coste y porque los productos elaborados con grasas hidrogenadas pueden aguantar más tiempo pues estas grasas tardan más en enranciarse.
 
¿En qué productos se encuentra?
El aceite de palma se emplea para fabricar diversos productos, no siempre comestibles. El biodiésel es un ejemplo de ello. Sin embargo, su uso está muy extendido entre los alimentos procesados que se venden y consumen de manera habitual, como galletas, bollería, masas, tostadas, algunos productos lácteos o ciertos potitos para bebés. También está presente en muchas
pizzas congeladas, fritos, precocinados, patatas fritas y otros snacks.
La utilización de este aceite, y no de otros, obedece por un lado al precio. Al ser de bajo coste, los fabricantes pueden competir en el mercado abaratando más sus productos. Por otro lado, la textura del aceite de palma permite usarlo como sustituto de mantequillas y margarinas; es, de alguna manera, un reemplazo idóneo de las grasas hidrogenadas y trans.
Además, si los productos son fritos (como las patatas), este aceite resiste más veces de fritura, lo cual redunda en un ahorro para el fabricante.

¿Qué otros nombres recibe?
"Aceite de origen vegetal". Hasta hace pocos años, estas cuatro palabras bastaban para no especificar en la etiqueta nutricional que un producto estaba elaborado con aceite de palma. Es más, la expresión no se utilizaba tanto para esconder la presencia de este ingrediente sino para dar imagen de salud, apelando al buen nombre de todo lo que proviene de los vegetales. Sin embargo, este aceite es muy distinto de otros.
La buena noticia, para tranquilidad de los consumidores, es que desde 2014 la Unión Europea obliga a la industria alimentaria a precisar si sus productos contienen este ingrediente.


¿En qué se diferencia de otros aceites vegetales?
Básicamente, en su perfil nutricional. A diferencia de otros aceites de origen vegetal, el aceite de palma tiene dos características peculiares: contiene ácido palmítico y una importante cantidad de ácidos grasos saturados. Si se compara con el aceite de oliva (de referencia en nuestra cultura gastronómica), pronto se comprende que su perfil nutricional no es el mejor. Mientras que el aceite de oliva cuenta con solo un 16,3% de ácidos grasos saturados, en el aceite de palma su presencia es de casi el 50%. Asimismo, el ácido palmítico representa alrededor de un 40% de su composición.
 






Vegetal no es sinónimo de saludable
La industria de la alimentación descubrió que, al ser una grasa muy saturada, es un ingrediente muy apropiado para aportar gusto y textura a muchos productos que, además, se conservan mejor. Su empleo se ha extendido sobre todo en la elaboración de bollería, repostería, pastelería industrial, snacks y productos precocinados y helados.
En la etiqueta aparecían hasta hace poco como "aceites vegetales", algo que podía confundir al consumidor, que puede llegar a asociar vegetal con saludable. Y no lo es, al menos en este caso. Y es que esta grasa es la llamada "grasa mal", ya que su consumo en exceso tiene la capacidad de aumentar los niveles de colesterol sanguíneo y está relacionado también con las enfermedades cardiovasculares porque, al ser una grasa saturada, obstruye las arterias.
El aceite de palma se usa sobre todo en la elaboración de bollería, repostería, pastelería industrial y productos precocinados
Por tanto, es un producto no muy recomendable por su elevado porcentaje de ácidos grasos saturados. Así que se debe ir con cuidado, tal y como aconsejan la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) o la Organización Mundial de la Salud (OMS). En concreto, esta última cree conveniente limitar el consumo de grasa al 30% de la ingesta calórica diaria y admite que las grasas no saturadas (presentes en el aceite de pescado, aguacates, frutos secos o aceite de oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes en la mantequilla, el aceite de palma y de coco o la nata).
Otro de los problemas asociados a este producto es el etiquetado. Si el consumidor quiere conocer qué tipo de aceite contiene un alimento determinado, se encontrará, en la mayoría de los casos, con que al mencionar el aceite se hace de manera muy genérica: aceite vegetal, grasa vegetal, grasa vegetal totalmente hidrogenada o aceites vegetales hidrogenados.
A finales de 2014, la legislación alimentaria dio un paso adelante en el etiquetado de alimentos que contienen aceite de palma. Hasta entonces era complicado conocer qué tipo de aceite poseía un producto, porque en la lista de ingredientes aparecían denominaciones como "aceite vegetal". Con el reglamento de entonces se intentaba poner fin a esta laguna y se obligó a especificar el tipo de aceite: de oliva, de girasol o de palma, por ejemplo. Así, con los cambios legislativos el aceite de palma dejó de quedar oculto bajo la denominación de "aceite vegetal".
Pero si la etiqueta aún no especifica el tipo de aceite (las empresas tienen hasta este año 2017 para adaptarse a la legislación), el consumidor puede usar como pista el contenido de grasas saturadas: si este es superior al 40% del total de grasas, casi seguro que se ha elaborado con aceite de palma.
Y para más leña al fuego, un estudio reciente, publicado en la revista Nature y en el que han participado investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB), indica que el aceite palmítico, el principal componente del aceite de palma, aumenta el riesgo de metástasis.
Como es muy difícil eliminar por completo el aceite de palma de la dieta, los expertos aconsejan reducir su consumo en la medida en que se pueda y, para ello, el etiquetado ayudará.

¿Qué efectos tiene sobre la salud?
Diversos estudios vinculan el consumo de ácido palmítico y de grasas saturadas con el aumento en los niveles de colesterol en sangre y con problemas cardiovasculares. Entidades de referencia, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomiendan limitar su ingesta, pues hay evidencia suficiente de que puede causar problemas vasculares y cardiacos.
El aceite de palma es la "grasa oculta" más consumida del mundo. Solo Europa importa alrededor de nueve millones de toneladas anuales, de las que cinco millones se destinan a la alimentación industrial. Dado que se encuentra en infinidad de productos procesados, el mejor consejo es prescindir de estos alimentos refinados y optar por versiones caseras o elaboradas con aceites de mejor calidad, aunque no sean tan económicas.


Impacto medioambiental
Además de las razones nutricionales que desprestigian el aceite de palma, hay otros motivos, esta vez medioambientales, que no dejan en muy buen lugar este tipo de producto. Según distintas organizaciones ambientales, el uso masivo del aceite de palma también perjudica al medio ambiente, ya que se destruyen grandes áreas de bosques tropicales para instalar monocultivos de palma de países como Malasia e Indonesia que concentran el 85% de la producción mundial.
Las consecuencias son nefastas tanto para la flora como para la fauna del lugar, ya que animales como rinocerontes, elefantes o tigres se encuentran en peligro porque se destrozan sus hábitats naturales. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, se calcula que en menos de diez años Indonesia perderá el 98% de los bosques como consecuencia de la destrucción indiscriminada que se hace para obtener este aceite.
Debe tenerse en cuenta que, además del uso alimentario, los derivados del aceite de palma también han encontrado otras salidas como la industria cosmética (cremas, jabones o pasta de dientes) y para la producción de biodiésel. En general, se calcula que el 80% de la producción mundial se destina al sector alimentario y el 20% restante a las otras industrias.

El aceite de palma es una grasa de origen vegetal muy empleada por la industria en la elaboración de alimentos procesados
El aceite de palma es una grasa de origen vegetal muy empleada por la industria en la elaboración de alimentos procesados
El aceite de palma es una grasa de origen vegetal muy empleada por la industria en la elaboración de alimentos procesados
Fuente Laura Caorsi, Consumer

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