viernes, 27 de abril de 2018

Los enemigos de la dermis.

Factores genéticos y medioambientales y realizar una higiene excesiva pueden degradar el escudo natural protector de la piel.


Piel seca, escamosa y un escozor intenso, que generalmente afecta a la parte interna de los codos, detrás de las rodillas, las piernas, los brazos y la cara. Puede incluso llegar a cubrir la mayor parte del cuerpo. Son los síntomas del brote de atopía.
Y ¿en qué consiste este mal que aparece normalmente durante el primer año de vida? “Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica, repetitiva, que genera mucho picor y que afecta fundamentalmente a los niños pequeños”, afirma Santiago Vidal Asensi, jefe de dermatología del Hospital Central de la Defensa y director de la clínica Dermogalénica.

En su origen, existen factores genéticos o medioambientales que conllevan una degradación del escudo protector de la piel, que termina por quebrarse y producir grietas que sirven de entrada a agentes irritantes, alérgenos y bacterias; al mismo tiempo, pierde agua, se deshidrata y reseca. “Además, el sistema inmunitario se altera, lo que activa el proceso de inflamación y allana el camino a las reacciones alérgicas”, concluye.



Tipos de dermatitis

Aunque utilizamos el término “dermatitis” para referirmos a varias patologías, no son todas iguales. Por un lado, está la denominada dermatitis atópica estándar (DA), con presencia de anticuerpos alérgenos medioambientales (ácaros del polvo, polen, pelo animal, etc...). “No solo afecta a la piel”, advierte Marta Kaufmann, bioquímica y cosmetóloga. “También se alteran las vías respiratorias, provocando problemas como asma, conjuntivitis, rinitis, etc. Y puede presentarse en varios grados, de leve a muy severa”, puntualiza.
Por otro lado, continúa la especialista, lo que se denomina eccema atópico (también acuñado como eccema urbano), presenta las mismas lesiones dérmicas y síntomas de picor, “pero sin presencia alguna de anticuerpos, es decir, no hay alergias relacionadas ni ninguna afectación de las vías res- piratorias”, concluye.

tipo-dermatitis


¿Nos pasamos de limpios?
En los países con un bajo nivel de desarrollo, la dermatitis atópica no afecta a más allá del 1% o el 2% de la población infantil; en los más avanzados e industrializados, la incidencia de esta enfermedad alcanza al 20% de los niños. Un dato para reflexionar y que ha llevado a los científicos a formular la teoría de la higiene excesiva, entre otros factores, para intentar explicar este aumento trepidante de pieles atópicas.
Al parecer, nos lavamos demasiado y estamos obsesionados con
desinfectar cualquier objeto que rodee a los bebés.
Todo lo hervimos, lo esterilizamos, lo limpiamos con fruición... Creyendo que esta burbuja de higiene los protege, lo que hacemos es mermar su sistema inmunológico, quebrando y alterando lo que los especialistas denominan el manto hidrolipídico, ese maravilloso escudo protector natural de la piel que es una mezcla perfecta de secreciones sebáceas, células muertas y microorganismos. Más que villanos son superhéroes que salvan la epidermis de las agresiones medioambientales.

En este sentido, un estudio reciente desaconseja esterilizar el chupete y las tetinas de los bebés cada vez que se ensucian ligeramente. Se ha comprobado que, si se limpian con agua del grifo y se introduce en la boca de los padres sanos (una premisa fundamental) antes de dárselo al niño, hay una menor incidencia de la DA. “Esto se debe, con toda probabilidad, a que con este gesto se transfiere la flora intestinal de los progenitores a la del pequeño. Una gran vacuna contra la dermatitis. En cuanto a la teoría de la higiene excesiva y su relación con la alteración del manto protector epidérmico, continúa, lo que ocurre es que la limpieza exagerada, sobre todo con jabones inadecuados, provoca desequilibrios en el microbioma cutáneo (que son los gérmenes que habitan de forma natural en la piel), que a su vez están condicionados por el adecuado mantenimiento de la estructura de la epidermis”, concluye el experto.

Otros factores que inciden directamente sobre este manto guardián son la contaminación ambiental, los choques térmicos –pasar de un ambiente frío a otro cálido en pocos segundos–, el exceso de calefacción o ambientes resecos, los pesticidas utilizados en frutas y verduras para conservarlas o el uso de cosmética inadecuada. “De hecho, comenta el especialista, está demostrado que los niños criados en granjas y ambientes rurales padecen menos atopía que los que viven en las grandes ciudades, lo que apoya la mayor incidencia de este mal en las sociedades desarrolladas”.


Una piel sensible no es una piel atópica
La piel sensible (PS) es un término acuñado hace 50 años, pero que está de plena actualidad. Es una sensación de malestar facial que se puede manifestar como ardor, picor o escozor. No hay que
confundirla con la atópica.
Se distinguen tres tipos principales de PS:
1. La piel sensible a cosméticos o productos faciales, la más frecuente, afecta a un 25% de mujeres. Las molestias aparecen poco después de aplicarse el cosmético.
2. De un 15% a un 20% de mujeres tienen la llamada piel sensible a factores ambientales, y les molesta el cutis con el viento o los cambios bruscos de temperatura.
3. La piel sensible severa es el grado más extremo de reactividad. La piel reacciona a todo tipo de factores externos, como cosméticos, laborales, medioambientales, como la contaminación, y también a factores internos como cansancio o estrés. La piel puede llegar a entrar en crisis y no tolerar ningún producto, por suave que sea.

El eccema o dermatitis atópica
Es un trastorno inflamatorio que afecta al 25% de la población se caracteriza por una piel seca, irritada e inflamada. La incidencia ha doblado en esta última década. El tratamiento convencional suele incluir antihistamínicos, esteroides orales, esteroides tópicos y antibióticos para ayudar a controlar los síntomas de picores e inflamación. Estos fármacos a menudo producen efectos adversos y se desaconseja tomarlos de forma contínua. Por ese motivo se necesita una efectiva solución natural para los que sufren de eccema y que aporte ese alivio tan deseado.

La investigación clínica demuestra que las personas afectadas por eccema tienen niveles disminuidos de GLA en sangre y a la vez niveles muy elevados de sustancias pro-inflamatorias. El suplementar con GLA hidrata la piel, mejora el efecto-barrera reduciendo la pérdida de humedad a través de la piel y actúa como un poderoso agente antiinflamatorio para reducir el picor e irritación.

Las únicas fuentes alimenticias de garantía que aporte GLA son la leche materna y el aceite de prímula o de borraja. De hecho para poder hacer una correcta conversión del aceite de prímula en la prostaglandina antiinfla-matoria PGE1, en su vía metabólica dentro del cuerpo, deben estar presentes los siguientes nutrientes: magnesio, vitamina B6, zinc, y la vitamina C. Por ese motivo es necesario suplementar con un polivitamínico-mineral cada día para asegurar ese aporte de cofactores.

De todas formas, hoy en día en el mercado es posible tomar GLA ya convertida saltando ese inconveniente.
Hay que tener en cuenta que muchos bebés padecen eccema y no toman la leche materna. Una forma de poderles suplementar es pinchando una cápsula de aceite de prímula o GLA y frotando el aceite en la parte interna de las muñecas para una asimilación cutánea.

El Omega 6 es sinónimo de aceite de prímula, aceite de borraja, o GLA, está al alcance de todos como suplemento alimenticio en forma de cápsulas de gelatina blanda y en diferentes concentraciones. Luce una piel radiante aportando omega 6 a tu dieta como parte de un programa nutricional y sin riesgos para la salud.





pagina 17 http://revista.consumer.es/web/es/20180401/pdf/revista-entera.pdf

Fuente Consum, Suzanne Powell

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