Concretamente Álvaro Pascual-Leone, catedrático de Neurología de la escuela médica de Harvard, tras conocer los resultados de su estudio, lo expresa de la siguiente manera: “Tener un proyecto vital, un objetivo en la vida que trascienda a uno mismo y que reporte satisfacción al esforzarse en conseguirlo es bueno para el cerebro y para la salud en general”.
Parece que disponer de ilusiones o de un proyecto vital aumenta la reserva cognitiva. La reserva cognitiva que es la capacidad cerebral para afrontar los retos a un nivel en el que nuestras capacidades son realmente puestas a prueba. Está muy relacionada con la tolerancia al cambio, a lo nuevo o a la incertidumbre.
«La ilusión es el primero de todos los placeres».-Voltaire-
Pero, ¿a qué tipo de ilusiones nos referimos?
Se trata de aspiraciones o de alguna razón trascendente, aquello que nos motiva a seguir adelante. Para una persona la razón para levantarse por la mañana pueden ser sus hijos o sus nietos, para otra el trabajo que desempeña o quizá la fe que tiene en una religión…
Son diversas, individuales o colectivas, y pueden cambiar con el paso del tiempo. Lo que no cambian es el estado de satisfacción que nos producen una vez las hemos completado, una vez que con nuestro esfuerzo lo hemos conseguido, y de no ser así, nuestra satisfacción por haberlo intentado y no «tirar la toalla».
«Las personas con un proyecto vital claro tienen mayor reserva cognitiva y se cuidan más».
Claves para un cerebro sano
Las personas con un proyecto vital bien definido y que se muestran ilusionadas parecen contar con mentes más claras, más saludables. Así, la ilusión parece ese aceite que engrasa a