viernes, 4 de septiembre de 2020

El detective en el supermercado de Michael Pollan


Come bien sin dejarte engañar. Descubre como la comida basura, la publicidad y el marketing alimentario nos han hecho más gordos y enfermizos.

Una obra polémica que ataca a la ciencia de la nutrición, los intereses de las grandes empresas alimenticias e incluso a los gobernantes que permiten continuos engaños a los consumidores. Un Best Seller mundial muy original y práctico con más de 400.000 ejemplares vendidos que nos enseña a alimentarnos mejor.

La evolución de la industria alimentaria ha convertido el placer de comer alimentos variados, elaborados y cocinados en el seno del hogar, en una cuestión mercantilista y reducida a consumir un conjunto de nutrientes: el *nutricionismo.

*Nutricionismo: paradigma que presupone que son los nutrientes científicamente identificados en los alimentos los que determinan el valor de los distintos alimentos que forman la dieta. Expresa la idea de que el valor nutricional de la comida es la suma de los valores nutricionales de sus nutrientes de forma individual volviéndose un término simplista. Implica que el único objetivo de comer es promover la salud del cuerpo.

El oponente más ferviente al nutricionismo, el periodista Michael Polland, afirma que el valor nutricional de la comida es “mayor que la suma de sus partes”. Polland cree que el nutricionismo posee fallos debido a un sesgo reductivo en la ciencia en cuanto a aislar y estudiar factores individuales en forma desconectada de sus contextos tales como dieta y cultura, factores que en numerosas ocasiones se ha demostrado ejercen un impacto destacado en  los resultados a nivel nutricional. Aún cuando los científicos han intentado estudiar factores tales como cultura, dieta y patrones de consumo a largo plazo, las enormes dificultades existentes para realizar mediciones precisas que se relacionen con componentes nutricionales individuales, y obtener conclusiones relevantes han dado lugar a resultados incompletos, engañosos y/o peligrosos.

Reducir un alimento a un conjunto de nutrientes da luz verde para que la industria desarrolle una amplia gama de alimentos más baratos de mala calidad; esto confunde al consumidor sobre qué debe comer. No se debe valorar los efectos de los nutrientes de los alimentos por separado, hay que tener en cuenta la suma de todas sus partes.

La crítica al nutricionismo abre los ojos ante la manipulación de las grandes multinacionales de la alimentación. Aunque está basado en la alimentación norteamericana y muchos conceptos no sean aplicables a otras culturas sí que se pueden extrapolar a poblaciones desarrolladas que siguen su modelo de alimentación.

Hemos sucumbido al negocio de la industria alimentaria que tiene la misma finalidad que cualquier otro negocio: hacer dinero y aumentar sus ganancias, algo que cambia la forma de relacionarnos con la comida y que lleva adjunta la etiqueta de “nefastas consecuencias”. Está muy presente y estamos muy condicionados por:

  • Abandono de los hábitos alimentarios tradicionales.

  • La presión de la industria alimentaria que decide qué

    debemos comer y que no.

  • La ignorancia sobre cómo alimentarnos, el resultado = a un cóctel explosivo y desastroso.

Michael Polland analiza cómo podemos salir de esta confusión y escapar de la Dieta Occidental y de la epidemia de enfermedades crónicas que dicha dieta acarrea – obesidad, diabetes, cardiopatías, y varios tipos de cáncer – que nos está provocando nuestra alimentación y nos propone un camino alternativo de comer que está inspirado en la tradición y en la ecología, la vuelta a la agricultura local y el renacimiento de la cocina regional; nuestra salud personal, argumenta, no puede estar separada de la salud de la cadena alimenticia de la que formamos parte. “No comas nada que tu bisabuela no reconocería como comida”, “No comas nada que no pueda ponerse en mal estado",  “evita los productos que contengan ingredientes que sean desconocidos, impronunciables, más de cinco, que incluyan jarabe de maíz rico en fructosa",“evita los productos alimenticios que exhiban afirmaciones de propiedades saludables”, "compra productos frescos mejor ecológicos, de temporada, cercanos", "come plantas en su mayor parte, sobre todo hojas", "coma animales que estén alimentados por hojas", "ten un congelador para conservar los alimentos de temporada para poder comerlos todo el año", "come como un omnívoro", "come alimentos cultivados en tierras sanas, "come alimentos silvestres", "toma suplementos multivitamínicos y minerales", "dedica tiempo a cocinar la comida y si puedes cultiva un huerto ecológico", "come en la mesa y en compañía, mastica despacio ensalivando bien los alimentos así le damos tiempo al estómago a informarnos de si es sufiente lo que hemos comido o seguimos o “sal del supermercado lo antes posible” son algunas de las recomendaciones que componen este fresco y elocuente manifiesto.

Comer es un acto natural y cada cultura sigue un patrón alimentario según sus recursos naturales para llevar una correcta alimentación. Cómo deberíamos alimentarnos para estar lo más sanos posible es una cuestión en la que nadie parece ponerse de acuerdo. Pero, ¿qué otro animal necesita que le ayuden a decidir lo que debería comer?

En realidad, los seres humanos supimos como debíamos alimentarnos hasta que permitimos que los expertos en nutrición y los publicistas nos hicieran dudar del sentido común, de nuestros hábitos y de la sabiduría de nuestras madres y abuelas, quienes, por instinto y responsabilidad siempre han sabido darnos de comer de forma adecuada respondiendo a las necesidades y al qué, cómo, cuándo y cuánto comer. Pero en las últimas décadas han perdido gran parte de la autoridad que tenían sobre las comidas y empezaron a confiar en las recomendaciones dietéticas, las etiquetas de los alimentos y los consejos poco objetivos de los fabricantes de alimentos. A día de hoy esa responsabilidad recae en la industria con sus “productos” altamente procesados, publicistas, científicos o gobiernos que hacen una mezcla explosiva fundamentalmente cuando hay intereses económicos.

Tanto la industria alimentaria como la ciencia de la nutrición pretenden sacar partido de la confusión general sobre qué es comer. Mucho de lo que consumimos hoy en día no es comida, sino “sustancias comestibles parecidas a la comida”, que no proceden directas de la naturaleza sino de la industria, además las formas de consumo – en el coche, delante de la televisión, y cada vez más a menudo sin compañía – no es realmente comer. El resultado ha sido que, en la denominada dieta occidental, la comida se ha reemplazado por los nutrientes y el sentido común por la confusión; treinta años de consejos oficiales sobre nutrición nos han hecho más enfermos y obesos. El resultado es lo que Michael Polland llama la “paradoja americana”: cuanto más nos preocupamos por la nutrición, menos saludable comemos y/o estamos.

Su lectura nos anima a conocer lo que comemos apostando por lo natural pero sin obsesiones ya que esto nos llevaría a otra enfermedad denominada ortorexia. La clave es comer con moderación, en la base los vegetales: fruta, verdura, cereales integrales, legumbres; y que carne o pescado sean solo como acompañamiento de las verduras.

El libro está dividido en una parte más científica donde se explica la tendencia actual del nutricionismo y otra en la que se dan consejos de alimentación, de consumo basado en el sentido común. Bajo una línea biográfica bien argumentada, apoyada por decenas de estudios y la opinión de expertos, revela cuáles son las causas principales de la epidemia de la obesidad que manifiesta occidente y de cómo hacerle frente.


Biografía del autor.

Michael Polland es periodista y escritor especialista en alimentación. Colaborador habitual en The New York Times Magazine, ha recibido numerosos premios periodísticos y sus artículos han sido incluídos en diferentes antologías como Best American Science Writing (2004) o Best American Essays (1990 y 2003).


Fuente https://www.dietistasnutricionistas.es/

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