Pocas cosas hay que beneficien tanto la salud y cuesten tan poco como andar. Cada vez son más los estudios científicos que demuestran los beneficios que ofrece una caminata diaria de entre 30 minutos y una hora: se fortalece al corazón y los huesos, se queman calorías, se protege la memoria, se evita la diabetes y se aleja el estrés. Además, es la actividad física que más recomiendan los médicos a partir de los 40 años, ya que apenas tiene contraindicaciones y puede ser realizada por la mayoría de las personas.
Por qué mejora los huesos
Un estudio elaborado por la Asociación Americana de Ortopedia y Medicina del Deporte (AOSSM) demostró que las mujeres que caminan regularmente tienen tres veces menos riesgo de sufrir fracturas que las que no realizan ningún deporte.
Esto es así por las siguientes razones:
- Activa la circulación. Al caminar, el corazón impulsa la sangre con más fuerza. De esta manera, el riesgo sanguíneo llega bien a todas las áreas del cuerpo, incluidos los huesos que reciben todos los nutrientes esenciales que necesitan para mantenerse sanos y fuertes, además de que los tejidos se oxigenan mejor.
- Evita la pérdida ósea. Andar, obliga a los huesos a trabajar más y esto los hace más resistentes, evadiéndose la pérdida de masa ósea y la descalcificación.
- Favorece la captación de vitamina. Caminar al aire libre ayuda a conseguir este micronutriente, alimento fundamental para la estructura ósea, que el organismo fabrica al recibir los rayos del sol y que contribuye a la fijación del calcio. Además, esta vitamina también es importante para mantener la coordinación muscular. Por ello, si falta se incrementa el riesgo de fracturas.
Postura correcta
Los expertos coinciden en que para caminar correctamente es imprescindible adoptar una postura adecuada y así evitar problemas de salud.
- Cabeza erguida y espalda recta. De esta manera los músculos
trabajan mejor y los pulmones pueden tomar suficiente cantidad de aire.
- Brazos que se balancean. Debe avanzar el brazo contrario a la pierna. Así se consigue equilibrar los pasos, quemando más calorías al movilizarse todo el cuerpo.
- Pies bien apoyados. Así queda repartido el peso en cada uno de los tres puntos que forman el triángulo de la planta (talón, base del primer dedo y base del quinto).
- Abdomen contraído. Se trata de contrarrestar el esfuerzo que realizan los músculos de la zona lumbar al caminar.
- Rodillas flexionadas. Si se intenta estirar demasiado la pierna que avanza con cada paso, pueden dañarse las rodillas.
- Respiración controlada. Hacerlo profundamente, recogiendo el aire por la nariz y expulsándolo por la boca.
Sáquele partido
Lanzarse a caminar por el gusto de hacerlo ya es dar un buen paso, pero si se hace teniendo en cuenta algunas sencillas recomendaciones, su eficacia sobre la salud y el aspecto mejorará de forma considerable y a su vez, se evitarán indeseados efectos secundarios.
- Lleve calzado cómodo. Lo mejor es usar zapatos deportivos que son más flexibles y transpirables. Cómprelos al atardecer, cuando el pie está más dilatado, así evitará roces al caminar. Si es posible, opte por medio número más del que usa habitualmente para que no molesten.
- Tome mucho líquido. Hay que beber antes, durante y después del ejercicio porque con él descienden los niveles de hidratación corporal, sobre todo si se suda mucho.
- Utilice ropa adecuada. Apueste por prendas de algodón y con pocas costuras para evitar rozaduras.
- Cuide su piel. Límpiese bien la cara antes de salir, aplíquese crema con fotoprotección y antioxidantes. Algunos cosméticos ganan en eficiencia combinados con la caminata, por ejemplo los anticelulíticos o reafirmantes. Con el paso vigoroso, la piel los absorbe mejor pues con poco que se sude los poros se abren.
- Coma ligero. Es preferible no caminar después de una comida principal. Justo antes de salir coma carbohidratos fáciles de digerir (huevo duro, yogur) o una fruta de bajo índice glucémico (manzana). Durante la caminata puede comer una barrita energética o frutos secos. Después, para reponer minerales y que los músculos se recuperen, consuma proteínas poco grasas: un sándwich de pavo o atún, etcétera.
Aunque no se puede detener el envejecimiento óseo, que hace que los huesos se vuelvan más frágiles con los años, el ejercicio físico regular junto a una alimentación sana pueden ralentizar el proceso considerablemente.
Caminar es uno de los mejores aliados para fortalecer la estructura ósea. Aprenda a sacarle el mayor provecho.
El mejor calzado
En un desplazamiento de 500 metros, nuestros pies efectúan un trabajo de 35.000 kg (suponiendo un peso de 70 kg).
La funcionalidad de los pies es evidente, pero los olemos cubrir según la moda, olvidando que el zapato es un artículo de primera necesidad.
antiguamente los zapateros confeccionaban el calzado según las medidas de cada pie, por lo que se convertían en verdaderos especialistas ortopédicos. Actualmente se fabrican en serie y miles de ies diferentes, pero con una longitud similar, entran en la misma bota.
Zapato Dansko |
- La parte delantera debe tener forma de abanico, de manera que los huesos de los dedos de los pies pueda mantenerse recta y les permita una ligera expansión.
- El contorno delantero del zapato debe ser redondeado, para que se adapte a la forma de los pies, sobre todo si la longitud del segundo dedo es igual a la del primero.
- Buena altura interior del zapato, incluso en el dedo gordo.
- Una base de latón en forma de copa y una ligera elevación bajo la parte interior-posterior del arco del talón, para impedir que éste gire hacia dentro.
- La suela interior del zapato será horizontal o nivelada entre el apoyo del talón y el apoyo anterior del pies.
- Incluirá una capa deformable bajo los apoyos de los dedos para que cada persona modele el interior aplastándolo.
- El zapato no debe tener tacón, pero sí una copa y un freno en el talón que previene la deformación. Si se usan zapatos con tacón el cuerpo se inclina fuera de su centro natural de gravedad.
- Suela flexible, ligera y resistente al roce.
Zapatos Dansko |
Con estas carácterísticas del calzado se pretende que la parte delantera del pies quede libre para expansionarse lateralmente, al mismo tiempo que se intenta sujetar el pie para soportar al máximo los arcos durante el movimiento de despegue.
La nivelación del pie (no tiene tacón) asegura la cooperación entre los músculos de la pantorrilla y los de presión de los dedos.
Fuente www.estampas.com, Núria Sorribas (Cuerpomente)
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