viernes, 29 de diciembre de 2017

Obesidad psicógena: engordar por tristeza y ansiedad. La cronobiología.

La ingesta voraz o el atracón pueden tener causas psicológicas.

Por no haber podido superar un episodio traumático de nuestra vida (muerte cercana o pérdida sentimental), o por tratar de controlar nuestra ansiedad mediante la ingesta desmesurada de comida. Al primero de los casos se le denomina clínicamente Obesidad Psicógena Reactiva y al segundo Obesidad Psicógena de Desarrollo.

En ambos supuestos, tal como aclara Pilar Conde, psicóloga de Clínicas Origen, el aumento de peso se debe a un desfase entre las calorías que comemos y las que quemamos, pero aclara que en este diagnóstico el origen y el mantenimiento, en la mayoría de los casos, es psicológico y emocional.


Comemos para tranquilizarnos, porque las sensaciones que nos produce el acto de alimentarnos son placenteras. De esta manera, como explica la experta, resulta fácil caer en la trampa de asociar la comida con una reducción del malestar. Comer algo que nos gusta nos aporta un refuerzo y, además, de manera inmediata. "Si la persona llega a percibir esto, y lo asocia, puede empezar de manera progresiva a realizar mayor ingesta alimentaria. Una vez iniciado el proceso, es difícil romper el círculo vicioso. Comemos por estrés y engordamos. Al vernos mal, perdemos nuestra autoestima, nos sentimos mal, y comemos", argumenta.
Esta realidad implica, según Pilar Conde, dificultades en nuestra vida. Así, puede propiciar problemas de baja autoestima, limitación de la vida social y ansiedad. Esto puede ser un factor que limite nuestra calidad de vida y desarrollo personal e incluso laboral. "Estamos, sin querer, ayudando a que nuestro cuerpo se mantenga en ese peso que no es saludable para nosotros, lo que a su vez interfiere con nuestras posibilidades de desarrollo personal", comenta.

Cuando el "hambre emocional" es excesiva puede aparecer el "trastorno por atracón", que, según la Asociación Psiquiátrica Americana, declara
haber padecido entre el 20% y el 40% de las personas obesas. También conocido como "trastorno de ingesta voraz" (binge eating disorder) consiste en una ingesta desmesurada, que puede llegar a sobrepasar las 6.000 calorías, y que, al contrario que la bulimia, no presenta episodios de vómitos. Es decir, la persona que se da el atracón no vomita lo que ha comido. En algunos episodios llega a darse la pérdida absoluta de control. Es un proceso adictivo, relacionado con la necesidad de recompensa, mediante la liberación de sustancias como dopamina y serotonina y, en este sentido, se buscan productos ricos en azúcar y, por lo tanto, altamente calóricos.

Para trabajar los aspectos relacionados con la obesidad, la experta Pilar Conde advierte que se requieren tratamientos multicomponente, en los que el apoyo psicológico sea clave, pero pide también responsabilidad social en el tratamiento de la imagen, que discrimina a los cánones de belleza alejados de la delgadez, a veces extrema.

La psicóloga recuerda que las personas con exceso de peso se pueden llegar a sentir rechazadas socialmente, influyendo en sus ámbitos tanto personales como laborales. Esta circunstancia puede repercutir en una pérdida de autoestima, una merma de seguridad en la vida diaria, que resulta fácil de derivar en una depresión.


Pon en hora tus relojes internos y reducirás tu riesgo de obesidad
Los relojes de tu vida (Paidós), Dra Marta Garaulet escribe en su nuevo libro de la Cronobiología, esa ciencia que explica por qué no eres la misma por la mañana que por la noche, por qué tus resultados analíticos, tu metabolismo, tu estado de ánimo… cambian dependiendo de la hora del día.

 Los-relojes-de-tu-vida



En el año 2007 apareció un estudio en International Journal of Obesity demostraba que la grasa humana sigue ritmos de 24 horas, que tiene genes reloj. ¡Lo genial fue comprobar que actúan incluso fuera del cuerpo humano, en placas de laboratorio! Fue un hallazgo sensacional. Hasta entonces nadie había estudiado eso.

Hay señales que favorecen la obesidad, por ejemplo cuando comemos a deshora, picamos continuamente, comemos rápido, por aburrimiento o de forma compulsiva. ¡Entonces llegamos a activar hasta 12 veces cambios que favorecen la obesidad!.


8 claves para recuperar unos ritmos saludables
- Necesitas una luz intensa por las mañanas. Abre las ventanas cuando te levantes de la cama por la mañana.

- Procura que tu desayuno tenga el doble de calorías que la cena (700 en el desayuno y 300 en la cena), carbohidratos ricos en fibra (cereales integrales), proteína (huevo, jamón, pavo) y fruta, mejor entera (piña, papaya).

- Toma carbohidratos entre el desayuno y media mañana. A las 12 del mediodía la grasa corporal es más sensible a la insulina. Por la noche, es más probable que se produzcan picos de insulina si tomamos dulces y los carbohidratos se convierten en grasa corporal.

- Actividad física por la mañana, mejor al aire libre recibiendo la luz del sol moderadamente.

- Para comer plato úncio. Legumbres, arroz, pasta integral y, dos días por semana, proteína animal (huevo, pecsado, queso de cabra), con ensalada o verduras (debe ocupar la mitad del plato). De postre, fruta (pera, manzana, piña, papaya).

- Dormir siesta o no, depende de tu genética. Hay quien la necesita.

- La cena, ligera y dos horas y media antes de dormir.  Verduras, huevos, sopas, ensalada de pasta o arroz, pescado. "Desayuna como un Rey, come como un Príncipe y cena como un Mendigo".

- Sigue pautas de sueño saludables.  La falta de sueño aumenta los niveles de ghrelina, disminuye el gasto energético y aumenta el apetito y el riesgo de exceso de peso.  para evitarlo, intenta acostarte y levantarte a la misma hora y dormir en total silencio y oscuridad, sin ningún aparato eléctrico encendido a la red (móvil, tv )


Fuente MujerHoy, Dra Marta Garaulet - especialista en Cronobiología.

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