viernes, 4 de noviembre de 2016

Hábitos alimentarios que influyen en la salud dental.

Costumbres que manchan los dientes.




Los hábitos alimenticios influyen en la blancura y en la salud de los dientes. Sustancias como las bebidas de cola, el té, el café o el vino tinto afectan a la coloración de los dientes. Pero el tabaco es la principal causa de que parezcan manchas, debido a la acción del alquitrán. También la nicotina favorece el desarrollo de caries, ya que tiende a disminuir el flujo salival.

Ahora bien, ¿existen alimentos capaces de blanquear los dientes? Estos son algunos mitos al respecto:

MITO: Comer una manzana, una zanahoria o un apio a mordiscos es bueno para limpiar y pulir dientes y encías. Además, estos alimentos incrementan la producción de saliva, que es un protector natural de los dientes.

REALIDAD: No está demostrado que estos alimentos estimulen más la producción de saliva que otros.
En general, la producción de saliva aumenta con los alimentos ácidos.


MITO: Las fresas contienen una enzima que se encuentra en la mayoría de las pastas dentífricas blanqueadoras, el ácido málico. Conviene comerlas a mordiscos para que se froten con nuestros dientes.

REALIDAD: Esto es falso. Como señalan los odontólogos, los alimentos que más ácido málico contienen son la manzana y la uva. Además, el ácido málico no se usa como blanqueante.
Los dentífricos blanqueantes contienen partículas de productos abrasivos (como el sílice y el carbonato cálcico) de diferentes tamaños. Por otro lado, las fresas, por su color y por ser ácidas, podrían producir más tinción (alteraciones del color original) que blanqueamiento de los dientes; aunque contienen otras propiedades nutritivas.


MITO: Los cítricos contienen importantes cantidades de vitamina C, que contribuye a aumentar la producción de saliva y favorece el blanqueamiento natural y la limpieza bucal en general. Además, los cítricos tienen la particularidad de aportar brillo a los dientes.

REALIDAD: La vitamina C es antioxidante, elimina radicales libres y, en cierto modo, actúa como “antibacteriana”. También ayuda a la cicatrización por la estimulación de la síntesis de colágeno. Por ello, su papel más bien es el de ayudar a la salud gingival (de las encías).
No se recomiendan algunas prácticas frecuentes, como frotar los dientes con jugo de limón y de pomelo.

En conclusión, es recomendable llevar una alimentación variada y completa. Evitar el picoteo y otros hábitos perjudiciales como el tabaco o el café en exceso, y comer una fruta o una hortaliza a mordiscos de vez en cuando porque favorecerá una dentadura sana y con buen aspecto.



Alimentos que ayudan

En la actualidad, existen técnicas odontológicas para blanquear los dientes y quitar las manchas. Esta opción es efectiva, sobre todo, para quienes han padecido algunas enfermedades infantiles o han tomado ciertos medicamentos en la infancia durante la formación de los dientes.
Estos casos tienen difícil solución a través de la propia alimentación.

Aun así, tras recurrir a este tipo de tratamientos, los alimentos sí que pueden desempeñar
un papel importante.

Después de un blanqueamiento dental, durante las siguientes 24 o 48 horas es importante llevar una “dieta blanca”, es decir, escoger alimentos sin color y evitar otros que sí lo tienen:

Alimentos sin color: arroz blanco, pasta con queso o nata, carnes blancas, pescado blanco, lácteos...

Alimentos con color: arroz de paella (con colorante), pastas con salsa de tomate, carnes rojas, pescado azul, kétchup, mostaza, café solo, té solo, vino tinto, chocolate negro...

alimentos+cuidan+dientes


Influencia en la salud

La salud de los dientes y la boca está relacionada con la salud y el bienestar general. La capacidad de masticar y tragar la comida es esencial para obtener los nutrientes necesarios para el organismo. Pero, además, un problema estético en los dientes puede afectar de forma negativa a la capacidad de comunicación, al hablar y al reír, y, en consecuencia, repercutir en la autoestima.

Hay tres grandes tipos de enfermedades bucales: la caries, la erosión y el desgaste de los dientes, y las enfermedades periodontales o de las encías. De todas ellas, la primera es la enfermedad más común de los dientes.

Los principales factores para prevenirla son: la higiene bucal, el uso de flúor y el consumo moderado de alimentos cariogénicos, es decir, azúcares y carbohidratos de todo tipo. ¿Qué más se debe tener en cuenta?

Se cree que los azúcares simples (azúcar de mesa, caramelos, golosinas...) son más cariogénicos que la pasta, el arroz, el pan o las frutas. Sin embargo, también los alimentos con hidratos de carbono complejos (cereales como el pan, galletas, arroz, pastas alimenticias, patatas, legumbres, etc.) se degradan fácilmente en la boca debido a una sustancia que contiene la saliva (alfa amilasa) y por bacterias que aumentan la acidez de la cavidad bucal, lo que destruye la integridad del esmalte y puede afectar al resto de componentes del diente.

En función de cuánto se pega a los dientes un alimento, este tiene más riesgo de causar caries, en comparación con los alimentos que desaparecen de la boca con rapidez.
Las patatas fritas y las galletas se pegan a los dientes durante más tiempo que los caramelos y generan más acidez. Los azúcares solubles de las golosinas se diluyen en menos tiempo y, por tanto, perjudican menos a los dientes.

Comer o beber con mucha frecuencia también es perjudicial porque no se le da tiempo al esmalte de los dientes a remineralizarse por completo.
Por eso, el mejor consejo es limitar el número de ingestas (consumo de comida o bebidas) con carbohidratos a un máximo de seis veces al día.

Los quesos curados aumentan el flujo de saliva y protegen los dientes. El queso, además, contiene calcio, fosfatos y caseína, una proteína láctea que protege contra la desmineralización. Acabar una comida con un trozo de queso ayuda a contrarrestar la acción de los ácidos producidos por los alimentos ricos en carbohidratos consumidos en la misma comida.

Los edulcorantes intensos (como sacarina, ciclamato, acesulfamo-K y aspartamo) y los sustitutos del azúcar (como isomalt, sorbitol y xylitol) no pueden fermentarse por las bacterias de la boca y no la perjudican. De hecho, los chicles sin azúcar estimulan el flujo de saliva, contribuyen a la prevención de caries y, consumidos tras una comida, aceleran la limpieza de los restos de alimentos.

Fuente Dr. Ambrosio Bermejo, Eroski Consumer nº210

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