viernes, 2 de diciembre de 2016

Dificultad para cicatrizar las heridas.

La velocidad y la calidad de la cicatrización de una lesión de este tipo dependen de aspectos como sus características y su localización.


Cortarse con un cuchillo o caerse en el parque son accidentes  muy comunes que suelen provocar heridas.
En la mayoría de los casos, se curan en pocos días, pero el proceso de cicatrización de algunas personas se prolonga y sus lesiones no se cierran
hasta pasadas unas semanas.




El proceso

En el mismo momento en el que se produce una herida, el organismo pone en marcha un proceso con el objetivo de restaurar los tejidos. La literatura científica divide este proceso en tres etapas:

Fase inflamatoria: determinadas células (macrófagos) eliminan las bacterias y la suciedad, y se origina la migración y multiplicación de otras que actua- rán en la etapa siguiente.

Fase proliferativa: comenzará a los dos o cinco días de haberse producido la lesión. Durante este periodo, se crean
nuevos vasos sanguíneos -que aportan el oxígeno y los nutrientes necesarios a la zona-, aumentan las fibras de colágeno -que forman la estructura- y se constituye el tejido que reemplazará al que ha sido dañado. Una herida aguda debería estar restituida antes de los 10 días.

Fase de maduración y remodelado: es la más larga y puede durar incluso más de un año. En esta etapa, la fibra de colágeno utilizada para reparar la herida se sustituye por otras mucho más resistentes y los vasos sanguíneos que fueron creados para su recuperación también se destruyen.
Aquí, el color de la herida empieza a perder el tono enrojecido.




Factores influyentes

La velocidad y la calidad de la cicatrización de una herida dependen de as- pectos particulares, como los factores genéticos y las características de la lesión (pérdida de tejido, características de los bordes de la lesión, presencia de tejido desvitalizado o edema, grado de suciedad o cantidad de gérmenes).

Así, una herida profunda con pérdida de tejido y cuyos bordes no ha sido posible aproximar tendrá una evolución más lenta que una herida de bordes limpios que se haya podido suturar sin más.
También depende de su localización, ya que la cicatrización es más compli- cada si se encuentra sobre articulaciones, en zonas húmedas o en aquellas que sufren un roce continuo, como la planta de los pies.

Asimismo, hay otros factores que pueden determinar la evolución de este pro ceso, como detalla el doctor Javier Soldevilla en la “Guía práctica en la atención de las úlceras de la piel”:

La edad.
A partir de los 25 o 30 años la piel empieza a reducir su capacidad de renovación: se producen modificaciones morfológicas, se pierden fibras elásticas y disminuye su vascularización. Además, el proceso de enveje- cimiento conlleva cambios hormonales, el sistema inmunológico -que protege frente a patógenos- se va deprimiendo y se corre más peligro de contraer una infección. De la misma manera, a medida que se cumplen años, hay más posibilidad de desarrollar una enfermedad crónica que tiene implicación directa en la cicatrización.

El estado de nutrición y de hidratación.
La obesidad y la desnutrición entorpecen el proceso de cicatrización debido a la falta de vitaminas (sobre todo A y C), la anemia, la hipoproteinemia (déficit de ingesta de proteínas encargadas de proporcionar el sustrato para la formación del colágeno, importante por su función estructural), el déficit de minerales como el zinc (que intervienen en la reparación de los tejidos) y la falta de hidratación (hace que el tejido de la cicatriz sea más débil). Además, la piel deshidratada es más vulnerable a las agresiones externas.

Patologías concomitantes.
Sufrir enfermedades cardiovasculares o respiratorias, alergias, diabetes o infecciones altera el proceso de cicatrización, ya sea por la propia afección en el organismo o el efecto de los fármacos utilizados en su tratamiento.

El consumo de tabaco y alcohol.
La toma habitual de estas sustancias provoca alteraciones en los vasos sanguíneos y limita la circulación de la sangre hacia todas las capas de la piel, cambios en la coagulación sanguínea o disminución de las células directamente implicadas en la cicatrización.



Primeros auxilios ante una herida

Antes de curar cualquier lesión, es imprescindible lavarse las manos a con-  ciencia con agua y jabón, sin olvidar secarlas de forma minuciosa. Aun así, nunca se debe manipular con los dedos la sangre ni el lecho de una herida.
Cualquier lesión está contaminada por los microrganismos que hay en la piel, pero una limpieza adecuada ayudará, junto con el sistema inmunológico de cada uno, a que estos no proliferen y se desarrolle una infección.
El objetivo de la limpieza es retirar detritus, como restos de tierra o células muertas, que pueden entorpecer la cicatrización y favorecer la infección.

Para la limpieza de la herida basta con aplicar una solución fisiológica -preferiblemente a una temperatura de entre 32ºC y 35ºC- o, en su defecto, agua potable. Si la herida está muy sucia, puede limpiarse con agua y jabón, pero hay que ser muy cuidadoso en el aclarado y no dejar ningún resto.
También se puede usar una solución antiséptica que sea efectiva para un gran número de gérmenes, como la clorhexidina, siempre de acuerdo a las indicaciones terapéuticas del prospecto. Otras soluciones antisépticas empleadas (povidona yodada, alcohol o agua oxigenada) pueden provocar efectos adversos en la piel, como irritación o reacciones alérgicas importan- tes, además de entorpecer el proceso de cicatrización.

Se puede tapar la lesión con un apósito no adherente (hidrocoloide o espuma de poliuretano), pero no se recomienda utilizar algodón, ya que es fácil que se adhiera a los tejidos y provoque dolor y sangrado al retirarlo. Además, si no se quita por completo, sus restos pueden originar una infección.

Si la herida es profunda, tiene objetos incrustados o está muy sucia, no se puede limpiar de la forma habitual, presenta una hemorragia de difícil control o está provocada por la mordedura de algún animal o por materiales que pudieran estar contaminados por hongos o bacterias, hay que acudir a un centro sanitario para que la valore un profesional sanitario.



Fuente revista Eroski Consumer nº 212

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