viernes, 24 de febrero de 2017

¿Los antibióticos nos engordan?

El ganado aumenta de peso si los toma. ¿Nos sucede lo mismo a nosotros?
Esto es lo que dice la ciencia.

Los ganaderos saben desde hace décadas que los animales engordan cuando toman antibióticos. Pero ¿podrían también favorecer la obesidad en humanos? Para entender las cosas, hay que remontarse a mediados del siglo pasado. En 1948, el bioquímico Thomas H. Jukes se maravilló al ver cómo un nuevo antibiótico, la aureomicina, no solo curaba infecciones bacterianas en el ganado, sino que ayudaba a criar animales más grandes. Tras alimentar a pollitos con comida "enriquecida" con aureomicina, vio que llegaban a pesar el doble que los alimentados del modo habitual. Cuando la gran demanda de aureomicina para fines medicinales en humanos cortó el acceso de Jukes al medicamento, él rebuscó entre los desechos del laboratorio para seguir experimentando con cerdos, ovejas y vacas. ¿Resultado? Todos los animales aumentaron de peso. Un hallazgo enorme en esa época. 

Hoy la ciencia ha dado la vuelta a la idea y relaciona exceso de peso con peor salud. "Aumentar el tamaño de la población puede ser más perjudicial que beneficioso", pronosticaba ya en la década de 1950 Alexander Fleming (el científico que descubrió la penicilina), cuando supo que algunos investigadores estaban dando antibióticos a niños para ver si ganaban peso. ¿Engordarían los niños del mismo modo que los animales de granja? Lo hicieron. Los niños tratados con antibióticos ganaron el triple de peso en un año que los no tratados.



Un abuso peligroso

Para entonces, ya había laboratorios que comercializaban el hallazgo. En 1954, Lilly vendía un antibiótico como aditivo para "ayudar a la digestión de los animales". En realidad, dicho fármaco permitía a los granjeros mantener al ganado estabulado, porque además de engordar, los animales que lo consumían podían sobrevivir en condiciones más insalubres y menos naturales. Con el paso de los años, el efecto "obesogénico" de los antibióticos perdió interés. No fue hasta hace una década que renació estimulado por el enorme problema de salud pública que plantea el

viernes, 17 de febrero de 2017

Alzheimer: 10 síntomas de alerta


Ante esta enfermedad es necesario un diagnóstico precoz, ¿sabes cuándo hay que ir al médico?






1. Si el ayer cae en el olvido.
Cuando un fallo de memoria se refiere a algo concreto (una fecha, un nombre...), no es importante. El fallo significativo es aquel que afecta a algo que uno ha hecho el día anterior o hace tres días.

2. Cuando veas repeticiones.
Si una persona pregunta algo y, al cabo del rato, vuelve a preguntarlo como si no lo hubiese hecho antes... toma nota.

3. Si el día a día se ve afectado.
Hay que atender a los fallos de memoria que empiezan a tener implicaciones en la rutina diaria. Por ejemplo, si una ama de casa acaba con la despensa llena de paquetes de lentejas porque se ha olvidado de que ya las compró.

4. Ante lo extraño.
Por ejemplo, tu madre antes hacía unos menús variadísimos y, de repente, solo hace garbanzos y judías verdes, y no sale de ahí. Eso te debe extrañar.

5. En la punta de la lengua.
Si esos fallos de memoria se acompañan de dificultad a la hora

viernes, 10 de febrero de 2017

Revisiones infantiles: la primera visita al especialista

  • Si el niño desvía los ojos. 
  • Si tiene problemas en visión próxima: se acerca al papel al leer o escribir; o en la lejana: dificultades para ver la pizarra o la TV. 
  • Dolores de cabeza tras esfuerzo visual.
  • Ojos rojos, legañas, lagrimeo... 
  • Movimientos

viernes, 3 de febrero de 2017

El riesgo de abandonarse durante el duelo.

Un hecho como el fallecimiento de un ser querido  puede debilitar el organismo y provocar una enfermedad.

El duelo es un proceso de adaptación emocional que se desarrolla tras una pérdida como la muerte de una persona allegada, aunque también se puede producir por la pérdida de una relación o de un empleo, entre otras. Es la respuesta normal y saludable para afrontar este tipo de ausencias y puede tener consecuencias tanto psicológicas como físicas. La pérdida de un ser querido, en concreto, es una de las situaciones más traumáticas que puede vivir una persona. Es tal el estrés psicológico que puede debilitar el organismo y dejarlo vulnerable frente algunas enfermedades.

Fases

El proceso de duelo consta de distintas fases por las cuales hay que pasar para poder superar el falleci-miento. La doctora Elisabeth Kübler-Ross, experta en el proceso de duelo, enumeraba cuatro etapas, aunque no todas las personas pasan por todas ellas, ni ocurren en el orden señalado.

La primera fase es la negación, aquella en la que cuesta admitir la realidad y se tiende a negar lo sucedido. En esta fase hasta se puede tener la sensación de ver al difunto entre la multitud. Le sigue el enfado, la indiferencia o la ira, que se caracteriza por la impotencia de no haber podido evitar la pérdida y se buscan causas y culpabilidad.
En la etapa de negociación -sea con uno mismo o con el entorno- se busca una solución a la pérdida, a pesar de ser consciente de que es imposible.

En la etapa de dolor emocional invade una pena profunda que se acompaña de dolor agudo; incluso pueden darse algunos episodios depresivos puntuales.
Y, por último, la aceptación: con el tiempo llega la resolución del proceso, en el que se asume que la pérdida es inevitable y se aprende a vivir sin la persona querida, aunque con la sensación de vacío. A medida que pasan las fechas signifcativas que se compartían con la persona fallecida, como cumpleaños o Navidades, el dolor agudo se convierte en nostalgia.

¿Cuánto dura el proceso de duelo? depende de cada persona. Puede prolongarse de dos semanas a cuatro meses, más incluso si el fallecido es una madre, un hijo o un cónyuge. No obstante, si los síntomas se agravan, duran más allá de un año o difcultan seguir con la vida diaria, se recomienda pedir consejo al profesional de salud correspondiente para que descarte un proceso de duelo patológico.


Enfermedad por vulnerabilidad

El estrés y el sufrimiento intenso hacen enfermar. Hay estudios que evidencian que las emociones negativas como la