¿Por qué comer en familia es importante?
Nuestro hogar es un espacio idóneo para llevar una alimentación saludable. Te contamos con todo lujo de detalles la importante de comer y cocinar en familia para la salud.
Una de las razones, quizá la más importante, es que permite “la
interacción social y la convivencia” tal y como indica el Grupo de
Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de
Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN) cuando trata sobre las
características que definen una dieta saludable. Es por ello que no debemos olvidar que relacionarnos con nuestros semejantes mientras comemos es tan aconsejable como que la dieta sea equilibrada.
Cocinar en familia, salud mental y física
Mar Alegre, Ingeniera, profesora de secundaria y, mamá de tres hijos, explicaba en un artículo “¿Por qué cocinar con los niños?”, supone, entre otras ventajas, la transmisión de hábitos y de cultura.“La comida es cultura y debemos pensar cuál queremos transmitir a nuestros hijos”, explicó Mar. No se olvidó de mencionar que cuando hacemos la comida a nuestros hijos, les enseñamos, con nuestro ejemplo, a cuidar a los demás. También es un buen momento para estrechar nuestros vínculos, para fomentar la conversación y, desde luego, el cariño.
Además, tanto si cocinamos con nuestros hijos como con nuestra pareja o, ¿por qué no?, con nuestros amigos, estamos aprendiendo a cuidar nuestra salud, si tenemos en cuenta que hasta ocho de cada diez enfermedades que restan años de vida saludable guardan relación con lo que comemos, según la Organización Mundial de la Salud.
Comer en casa, comer menos…y mejor
Diversos estudios constatan que cuando comemos fuera de casa tendemos a consumir alimentos o bebidas más energéticos . Y no solo porque escogemos alimentos más calóricos (Ej.: salsas, postres, etc.) sino porque el tamaño de las raciones que nos sirven suele ser superior al que nos servimos en casa.
Diversos estudios constatan que cuando comemos fuera de casa tendemos a consumir alimentos o bebidas más energéticos . Y no solo porque escogemos alimentos más calóricos (Ej.: salsas, postres, etc.) sino porque el tamaño de las raciones que nos sirven suele ser superior al que nos servimos en casa.
De hecho, uno de los manuales de referencia para los dietistas-nutricionistas, Krause Dietoterapia, detalla que “Las raciones y las calorías que los restaurantes y los establecimientos de comida para llevar ofrecen para un menú superan a menudo las necesidades energéticas de todo el día de una persona”.
También un estudio español (publicado en noviembre de 2.009 en el European Journal of Clinical Nutrition) evidenció que cuando no comemos en familia tomamos más grasas, más azúcares y menos alimentos de origen vegetal.
No debe extrañarnos, por tanto, que
diversos investigadores indiquen que no comer en casa desempeña un papel
en la actual epidemia de obesidad. O, dicho al revés, compartir mesa
con la familia es una herramienta útil y barata para mejorar nuestra
dieta y prevenir ese trastorno alimentario.
Comer en familia: menos obesidad y dieta más sana
Como acabamos de ver, comer a menudo fuera de casa puede hacernos pesar más de lo debido con el paso de los años. ¿Funcionará al revés si comemos en familia? Según diversos estudios y varias entidades sanitarias, sí.
Como acabamos de ver, comer a menudo fuera de casa puede hacernos pesar más de lo debido con el paso de los años. ¿Funcionará al revés si comemos en familia? Según diversos estudios y varias entidades sanitarias, sí.
Un consenso relacionado con la prevención y el tratamiento de la obesidad infantil y juvenil refrendado por doce sociedades científicas de referencia en diciembre de 2007 (revista Pediatrics) aconseja
preparar más comidas en el hogar, en vez de comer en un restaurante, y comer en familia como mínimo 5 o 6 veces por semana.
Estos dos consejos junto a otros, como realizar una hora de ejercicio físico o tomar más de cinco raciones de frutas y hortalizas a diario, menor ingesta de alimentos superfluos y menos riesgo de obesidad. Son algunos de los beneficios de compartir mesa y mantel junto a nuestra familia.
Comer juntos, más salud emocional
Más allá de la dieta, algunas investigaciones señalan que los niños que comparten más a menudo mesa con sus padres presentan mejor salud psicosocial. Esto supone que reducen los trastornos del comportamiento alimentario y padecen menos síntomas depresivo, en la mesa a menudo estamos fomentando dinámicas interpersonales más positivas, debido a que existe una mejor comunicación.
Más allá de la dieta, algunas investigaciones señalan que los niños que comparten más a menudo mesa con sus padres presentan mejor salud psicosocial. Esto supone que reducen los trastornos del comportamiento alimentario y padecen menos síntomas depresivo, en la mesa a menudo estamos fomentando dinámicas interpersonales más positivas, debido a que existe una mejor comunicación.
Otro beneficio, es la transmisión de hábitos, valores e incluso cultura.
¿Hay más? Pues sí, sabemos que estos niños también suelen consumir menos alcohol, tabaco o drogas en general, que su rendimiento escolar es mejor y sus conductas menos agresivas.
Por todo esto, la Academia Americana de Pediatría aconseja comer en familia un mínimo de cinco veces por semana. Algo que no es difícil de lograr: basta con que cenemos cada noche juntos para que lo hagamos siete veces durante la semana.
No siempre es posible comer a diario en familia, pero es importante recordar que, en la medida de nuestras posibilidades, vale la pena intentarlo. A los investigadores no dejan de sorprenderles los hallazgos que relacionan esta práctica con diversos beneficios para la salud, tanto física como mental, de adultos y niños.
10 razones para comer en familia
De todo lo explicado, podemos concluir que tanto cocinar como comer en familia comporta, como mínimo, los siguientes diez posibles beneficios:- Permite la interacción social y la convivencia (claves en toda alimentación saludable).
- Supone una transmisión de hábitos y de cultura.
- Es útil para estrechar vínculos y para fomentar la conversación y el cariño.
- Nos ayuda a adoptar destreza en el arte de alimentarnos saludablemente.
- Puede prevenir la obesidad en adultos y niños.
- Es una de las herramientas con las que abordar la obesidad infantil.
- Se asocia a una mejor calidad de nuestro patrón de alimentación.
- Se relaciona con menos síntomas depresivos en niños.
- Previene los trastornos del comportamiento alimentario (Ej.: anorexia o bulimia).
- Puede prevenir los comportamientos de riesgo en adolescentes.
Cenar en familia: una obligación para disfrutarla
La cena en familia es una práctica sencilla y alcanzable con resultados muy optimistas para adquirir hábitos sanos que alejan de la obesidad o el tabaquismo.
Cenar en familia
desde niños, más cuando crecen y viven la adolescencia, es de vital
importancia. Comer y cenar juntos tiene repercusiones positivas en
los hábitos alimentarios de toda la familia, en el estado
nutricional de los niños, en su salud y en el peso. También se
constata un mejor comportamiento de niños y adolescentes con los
alimentos y una mejor conducta en los estilos de vida.
La Universidad neoyorquina de Columbia, en la búsqueda de las causas por las cuales un adolescente cae en adicciones como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol, se encontró con una aliada para fortalecer, o recuperar en su caso, hábitos sanos. La cena en familia se reveló como una práctica sencilla y alcanzable con resultados muy optimistas. Todas estas buenas prácticas suceden siempre que las cenas en familia estén bien planificadas y ordenadas
La Universidad neoyorquina de Columbia, en la búsqueda de las causas por las cuales un adolescente cae en adicciones como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol, se encontró con una aliada para fortalecer, o recuperar en su caso, hábitos sanos. La cena en familia se reveló como una práctica sencilla y alcanzable con resultados muy optimistas. Todas estas buenas prácticas suceden siempre que las cenas en familia estén bien planificadas y ordenadas
El informe del Centro Nacional de Adicciones y Abuso de Sustancias (CASA) de la mencionada universidad neoyorquina evidenció la necesidad de reforzar la "dinner", principal comida en el país. En este caso, la investigación trató de identificar los factores que aumentan o disminuyen la probabilidad de que los adolescentes fumen, beban alcohol, consuman drogas o abusen de medicamentos que requieren prescripción médica.
No cenar en familia y hábitos nocivos
Entre los resultados más llamativos asociados a actitudes
insanas, destacan los que asocian menores tasas de tabaquismo, abuso
de alcohol y otras drogas o mal uso de medicamentos entre los
adolescentes que cenan con más frecuencia en familia (cinco o más
cenas familiares por semana), en comparación con quienes tienen
cenas familiares infrecuentes (menos de tres por semana).Estas investigaciones se suman a otras que demuestran que la cena, más allá de consideraciones dietéticas y nutricionales, es una condición más que forma parte del complejo proceso de educación para la salud y para la vida, una responsabilidad de los padres para con sus hijos.
La quinta comida, un tercio del valor nutricional
de la dieta
La cena debe considerarse una de las comidas principales del día
y, si bien las costumbres mediterráneas ceden ese estatus a la del
mediodía, reducir la cena a una comida rápida es un error. En
cuestión de balance energético y nutricional, la cena debe
representar un tercio de las necesidades alimentarias del día. Este
porcentaje es clave para redondear buenas costumbres y una
oportunidad para reconducir una mala dieta.Entender la cena como una comida principal la aleja de la comida rápida o de preparaciones fáciles pero muy calóricas, más caprichosas que sustanciosas.
Si la ingesta de nutrientes a lo largo de una jornada se divide en porcentajes, a la cena le corresponde el 30%, como quinta y última comida del día. El desayuno (20-25%), el tentempié matutino y el vespertino (5% cada uno) y la comida del mediodía (35-40%) completan la distribución diaria. En este esquema han de estar presentes todos los nutrientes esenciales, que se materializan en alimentos en la pirámide de la dieta mediterránea, claro ejemplo de dieta saludable.
Si bien depende de las circunstancias, la actividad física y lo que se ha ingerido a lo largo del día, una buena cena también se debe configurar con tres platos o uno diversificado. A la verdura, la sopa o crema, le debe seguir un preparado caliente o frío, a base de hidratos de carbono (arroz, pasta, cremas de legumbres) o de proteína (pescado, huevo, pollo) según el menú del resto del día, para terminar con una fruta de temporada, si todavía queda pendiente alguna de las dos o tres raciones diarias recomendadas. Este croquis operativo ayuda a cumplir con la alimentación sana. El éxito deviene de ponerlo en marcha como una costumbre familiar más.
Las cenas familiares, no solo para celebraciones
El esfuerzo por programar la cena, la última comida del día, alrededor de la mesa y en familia, con tranquilidad y conversación, es una práctica saludable que facilita la elección de alimentos variados y el cumplimiento de un menú equilibrado.
Pero cenar en familia un menú común ha quedado limitado en la mayoría de las familias a los días de fiesta, celebraciones o momentos especiales. Sin embargo, esto no siempre fue así. De hecho, en las zonas rurales era la cena, y no la comida, el momento en que se degustaban los guisos, se compartían las experiencias y se revelaban las novedades.
Hoy puede ser un buen día para recuperar aquellas buenas prácticas y marcarse el propósito familiar de compartir la alimentación diaria y hacer de ella una aliada para la salud. La dificultad puede radicar en acordar una hora que convenga a los más pequeños de la casa y guste a los mayores. Si se tomase en cuenta el consejo dietético a los adultos de dejar pasar dos horas antes de acostarse, el acuerdo horario es más factible. Las ocho de la tarde puede ser la hora perfecta para que niños, adolescentes y progenitores compartan mantel.
Destinar media hora para cenar confiere importancia a ese momento, lo aleja de la mala costumbre de comer mientras se ve la televisión y le dota de un ritmo sano, que permite masticar bien, introducir nuevos alimentos y diversificar el menú.
El sábado cocinan ellos
Es fácil que los jóvenes de la familia se salten la cena del sábado, pero los más pequeños de la casa todavía no tienen planes para la noche. ¿O sí? ¿Por qué no se convierten en los chefs? Serían los mejores encargados de elaborar la cena del sábado y hacer de ella una celebración por todo lo alto. Además, pueden echar mano de las recetas más divertidas: pizzas caseras, una original empanada de calabaza, unas vistosas brochetas de pollo. Y por qué no, animarles y ayudarles a cocinar el bizcocho del desayuno del domingo.
Es fácil que los jóvenes de la familia se salten la cena del sábado, pero los más pequeños de la casa todavía no tienen planes para la noche. ¿O sí? ¿Por qué no se convierten en los chefs? Serían los mejores encargados de elaborar la cena del sábado y hacer de ella una celebración por todo lo alto. Además, pueden echar mano de las recetas más divertidas: pizzas caseras, una original empanada de calabaza, unas vistosas brochetas de pollo. Y por qué no, animarles y ayudarles a cocinar el bizcocho del desayuno del domingo.
Cuatro consejos
Lo más probable es que la práctica haga que la familia llegue a un acuerdo sobre la frecuencia con la que come junta y los hábitos en la mesa. Aún así, estos son algunos consejos que vale la pena recordar:
1- Es mejor que la televisión esté apagada; y los móviles, tablets y otros aparatos electrónicos, lejos de la mesa.
2- La frecuencia es importante, pero la calidad no lo es menos: en la mesa debemos crear un ambiente positivo en el que no haya hostilidad o conflictos. ¿Qué tal si todos explicamos algo bueno que nos haya pasado a lo largo del día?
3-Los adultos deben preocuparse de que en casa y en la mesa haya comida sana. Y los niños deben gestionar sus propias sensaciones de hambre y saciedad (comer en función de lo que tienen que crecer, y no al revés), así como sus gustos y preferencias.
4-No es necesario estar dos horas en la mesa: los estudios muestran que comidas de 20 minutos se relacionan con beneficios constatables.
Ventajas de comer a conciencia
Comer de manera consciente no significa limitar el consumo de alimentos ni seguir una dieta restrictiva. Persigue justo lo contrario: convertir la comida en algo para disfrutar, en lugar de en una tentación o en un signo de arrepentimiento. Lo explica Dra. Jan Chozen Bays, reconocida pediatra especialista en comportamiento alimentario, en su libro Mindful Eating: A Guide to Rediscovering a Healthy and joyful Relationship with Food.
Jan es miembro del Center for Mindful Eating (TCME), cuya misión es la de ayudar a individuos y profesionales a lograr una relación equilibrada, respetuosa, sana y feliz con la comida y la alimentación. Para Jan, las ventajas que se experimentan tras iniciarse el proceso de comer de manera consciente son varias:
Jan es miembro del Center for Mindful Eating (TCME), cuya misión es la de ayudar a individuos y profesionales a lograr una relación equilibrada, respetuosa, sana y feliz con la comida y la alimentación. Para Jan, las ventajas que se experimentan tras iniciarse el proceso de comer de manera consciente son varias:
- La comida se convierte en algo para disfrutar, en lugar de en una tenetación o en motivo de arrepentimiento y frustración.
- Se ralentiza el ritmo de las comidas, lo que permite al cerrebro tener tiempo para recibir las señales de saciedad del estómago. Estas circunstancias son favorables para bajar de peso.
- Optimiza la digestión. Algunas investigaciones han demostrado que cuando la atención no se centra en comer, nuestro proceso digestivo es un 30%- 40% menos eficaz de lo que debería ser, lo que provoca gases, hinchazón y malestar.
Fuente Mar Alegre, Julio Basulto - diplomado en Nutrición Humana y Dietética (Universidad de Barcelona); las investigaciones relacionadas aparecen recogidas en el artículo “ Comer en familia: más importante que nunca”, del blog de La Sirena; Maite Zudaire - dietista-nutricionista, asesora nutricional; revista Eroski club marzo 2016 y Eroski consumer junio 2014.
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Cenar
en familia desde niños, más cuando crecen y viven la adolescencia, es
de vital importancia. Comer y cenar juntos tiene repercusiones positivas
en los hábitos alimentarios de toda la familia, en el estado
nutricional de los niños, en su salud y en el peso. También se constata
un mejor comportamiento de niños y adolescentes con los alimentos y una
mejor conducta en los estilos de vida. La Universidad neoyorquina de
Columbia, en la búsqueda de las causas por las cuales un adolescente cae
en adicciones como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol,
se encontró con una aliada para fortalecer, o recuperar en su caso,
hábitos sanos. La cena en familia se reveló como una práctica sencilla y
alcanzable con resultados muy optimistas. Todas estas buenas prácticas
suceden siempre que las cenas en familia estén bien planificadas
y ordenadas.
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http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/infancia_y_adolescencia/2011/12/06/205257.php#sthash.vrnG5ZzW.dpuf
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La
cena en familia es una práctica sencilla y alcanzable con resultados
muy optimistas para adquirir hábitos sanos que alejan de la obesidad o
el tabaquismo
- Por MAITE ZUDAIRE
- 6 de diciembre de 2011
Cenar en familia: una obligación para disfrutarla
La cena en
familia es una práctica sencilla y alcanzable con resultados muy
optimistas para adquirir hábitos sanos que alejan de la obesidad o el
tabaquismo
- Por MAITE ZUDAIRE
- 6 de diciembre de 2011
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